Hay películas que realmente te hacen pasar una angustia feroz desde el principio. Ya sea por los recursos sonoros (respiración frenética) o visuales (desenfoque, primeros planos rocambolescos), el hecho es que todo acaba desembocando en una desorientación que cala fuerte en el espectador. Pienso en filmes como Saw o Cube, películas que empiezan con personajes totalmente desubicados que luchan por un objetivo común: salir de alguna sala para sobrevivir a la locura de algún malo malísimo.

Es lo que pasa desde el primer momento en Dos, el último largometraje de Mar Targarona, un thriller inquietante que se estrena mañana 23 de julio en las salas de cine pero que ya triunfó en el Festival de Málaga a principios de junio, cuando se proyectó en Zonacine - sección paralela dedicada al cine indie menos mainstream. Esta vez el secuestro va mucho más allá de un espacio de cuatro paredes: sólo empezar la cuenta atrás, vemos una Marina Gatell enganchada por el vientre a Pablo Derqui. No se conocen de nada ni saben dónde están, pero están cosidos y tienen que buscar respuestas mientras entre ellos no puedes correr ni el aire. Una incomodidad absoluta que los actores tuvieron que aprender a hacer cómoda. "Estábamos enganchados continuamente por una prótesis que tenía dos ganchos que se cogían entre sí con unos imanes alrededor: rodábamos y cuando cortaban la escena lo seguíamos estando", explica Derqui.

Dos peleDavid y Sara se despiertan en una cama que no conocen enganchados por el abdomen. / Filmax

Un reflejo del drama humano

Cuando empieza el argumento podríamos pensar que se trata de una pareja que acaba de pasar una noche de sexo y alcohol: un hombre y una mujer desnudos y estirados sobre la cama, con cara de cansados y sin saber dónde están, todo muy propio de una resaca monumental. Pero enseguida sabemos que los ojo entreabiertos son fruto de algún tipo de droga que les ha hecho olvidar. A priori, David y Sara no tienen nada en común y no saben cómo han llegado a aquella sala, una habitación oscura que parece de un hotel del siglo pasado. Cuando ven que no pueden desengancharse, se dan cuenta que están literalmente cosidos. Y no tienen más remedio que confiar mutuamente.

Pablo Derqui: "La vida es una dialéctica entre opuestos que se repelen pero se necesitan."

"Refleja la herida de la separación, la búsqueda de que somos animales obligados a estar en soledad", dice Marina Gatell. "Los personajes tienen que deshacerse el uno del otro pero, a la vez, solos no son nadie; y este es el drama humano", continúa. Para los dos protagonistas, trabajar juntos ha sido un regalo y aseguran que se han cuidado mucho para poder entrar en el código y estar a gusto. "Íbamos en pelotas y decidimos que nos teníamos que amparar para tirarlo adelante".

Para Pablo Derqui, la película de Targarona es un discurso que reflexiona sobre la dualidad y sobre la dialéctica de la vida. "La vida es una dialéctica entre opuestos que se repelen pero se necesitan, y gracias a eso hay una evolución irresoluble pero dinámica". En Dos, la directora también ha querido tirar de algunos de los tópicos hombre-mujer, jugar con ellos expresamente para cuestionarlos, pero tanto Gatell como Derqui piensan que se habría podido grabar igualmente con dos hombres o dos mujeres, rechazando el binarismo clásico de género.

La dificultad de no ver las reacciones del equipo

Mar Targarona llevaba dos años sin estrenar película, concretamente desde que El fotógrafo de Mauthausen llegó a las salas en una situación mundial que no tenía nada que ver con la actualidad. La grabación de Dos empezó en julio del 2020, en plena pandemia. De hecho, fue una de las primeras películas en poder hacerse siguiendo todas las medidas de seguridad: un plató, pocos actores, catering de acceso ultra limitado, mascarilla y tests de antígenos periódicos. "Del plató íbamos a casa a dormir y no nos mezclamos con nadie en las dos-tres semanas que duró el rodaje", recuerdan los dos actores.

Dos pele

La directora guiando a los actores durante el rodaje.

A pesar de reconocer que se han acabado acostumbrado, trabajar con el covid-19 al lado no ha sido cosa fácil. A Marina Gatell, no ver los rostros del equipo le creaba cierta angustia y añoraba el feedback innato de cuando una está grabando en directo. "Sufría por no ver las reacciones, este feeling; estás actuando para unas personas y no sabes si te están mirando o si les está gustando". Una duda que mañana, tanto ella como el resto del equipo, podrán empezar a despejar.