Reus, 1 de marzo de 1815. Hace 208 años. Las tres y media de la mañana. Delante de la Fonda de can Cardenyas, en la esquina de la plaza del Mercadal y de la calle de Jesús. El comerciante Josep Brunet Anguera ponía en marcha la diligencia que haría el primer viaje regular de pasajeros de la historia de Catalunya y de la península Ibérica. La diligencia Brunet uniría las ciudades de Reus y de Barcelona, en aquel momento los dos principales núcleos demográficos y económicos de Catalunya, en un viaje de diez horas y media, con cuatro cambios de caballerías. Al día siguiente haría el trayecto a la inversa, y así sucesivamente durante décadas, hasta bien entrada la segunda mitad del siglo. Con la irrupción y la expansión del ferrocarril, las diligencias que cubrían largas distancias desaparecerían de los caminos del país.

¿Quién era Josep Brunet?
Josep Brunet era un tendero nacido en Reus en 1784, de ideología liberal. Entre 1808 y 1814, Catalunya había formado parte del Imperio francés y el régimen bonapartista había promovido la prensa de ideología liberal; incluso, toleraba aquellas portadas como el Mercantil de Reus, decano de la prensa reusense, que se relacionaba con el grupo de rebeldes de Cádiz y que se despachaba en el comercio de Josep Brunet, en la plaza del Mercadal. Curiosa y reveladoramente, Brunet no sufrió nunca la presión de las autoridades bonapartistas; pero en cambio cuando, después de la derrota de Napoleón en los campos de batalla europeos, Fernando VII volvió a su reino español (1814), Brunet fue perseguido y se vio obligado a irse al exilio... ¡en Francia!. Todo apunta que sería allí donde cogió y maduró la idea de crear el servicio regular de viajeros que, poco después, pondría en práctica.
¿Quiénes eran los socios de Josep Brunet?
La puesta en funcionamiento de aquel servicio requería una inversión importante. Las litografías de la época ilustran un carruaje de grandes dimensiones (de dos pisos para dar cabida a una docena de personas) tirado por seis caballos, que eran relevados cuatro veces cada viaje. Por lo tanto, estaríamos hablando de un mínimo de veinticuatro caballos y un convenio de cambio de caballerías con cuatro hostales diferentes, con todo lo que eso significaba: alimentación, brebaje y mantas; a cargo de un matalote de la empresa de la diligencia. Brunet, aparentemente, no podía asumir esta inversión, y en aquel proyecto entraron otras personalidades que se convertirían en sus socios. El más importante fue Pere Serra i Cailà (Reus, 1788 – 1860), que compartía ideología con Brunet y que, además, era una de las principales fortunas patrimoniales de la ciudad.

¿Cuánto tardaba aquella diligencia en cubrir el trayecto?
Según la documentación de la época, salía de la plaza del Mercadal de Reus a las tres y media de la mañana y llegaba a la Rambla de Barcelona hacia las tres de la tarde. Inicialmente, la totalidad de los pasajeros hacían el trayecto entero. Y el billete tenía dos precios diferentes: 90 reales para los que viajaban en el primer piso (una berlina cerrada y cómoda, con asientos tapizados y cristales que protegían al pasaje de las inclemencias externas) y 30 reales para los que viajaban en el segundo piso (una incómoda caja de carro, tan solo cubierta por un toldo y abierta por delante al polvo, al frío y al calor). Para tener una idea de lo que eso significaba, diremos que los 90 reales equivaldrían en la actualidad a unos 600 euros; y los 30 reales a unos 200 euros. Las crudas diferencias sociales de la época también se proyectaban en el universo de la diligencia.
¿Cuál era el perfil del viajero de la diligencia?
Cuando la diligencia Brunet inició su singladura, Reus vivía una explosión económica y demográfica que la transformaría radicalmente. Pasaría de ser aquel pequeño centro productor de aguardiente del siglo XVIII a ser el segundo núcleo industrial, comercial y demográfico del país. Las calles se habían llenado de tiendas, de obradores y de fábricas; y los salones de café habían sido invadidos por prohombres locales, convertidos en ambiciosos hombres de negocios que tenían intereses económicos en Barcelona y en América. La diligencia Brunet, durante su existencia, se nutrió de estos perfiles. Poderosos comerciantes de Reus, muchos de los cuales tendrían una destacada participación en la política de la época, que se dirigían a Barcelona a atender sus negocios o que volvían a casa después de visitar sus intereses comerciales... ¡y lúdico-sexuales!

¿Cuándo desapareció la diligencia?
La diligencia Brunet atravesó alguna etapa crítica, provocada por la inseguridad en los caminos que había generado el estallido de la Primera Guerra Carlista (1833-1840). La documentación de la época explica que en la etapa de máxima intensidad del conflicto (1835-1837), la diligencia Brunet se vio obligada a hacer buena parte de su trayecto por mar: al llegar a Tarragona, embarcaban el pasaje hasta Barcelona. Pero las mismas fuentes revelan que, una vez concluido el conflicto (1840), la diligencia recuperó su trayecto habitual. Pasado un cuarto de siglo (1865), se inauguraría el último tramo de la línea de ferrocarril Barcelona-Reus y eso sí que representaría el fin de la diligencia. Aquel tren había reducido a menos de la mitad el tiempo de desplazamiento (de diez a cuatro horas) y a menos de la mitad el precio del billete popular (de 30 a 12 reales).