Barcelona, 7 de diciembre de 1644. Hace 379 años. Cuarto año de la Guerra de Separación de Catalunya. El Dietario de la Generalitat (el equivalente al actual DOGC) consigna que Philippe de la Mothe-Houdancourt, mariscal de Francia y capitán general de Luis XIV en Catalunya, había sido destituido por la cancillería de Versalles y abandonaba Barcelona "en la dita matinada, se havia de partir per a París. Lo despediment fou ab molt gran sentiment y ab molt gran demonstració de dolor de tots, per regonèxer ses senyories (...) lo que devian a dit excel·lentíssim senyor". Lo sucedería Henri de Lorraine-Harcourt, descendiente de la estirpe real medieval Bellónida, que imprimiría un nuevo ritmo a la guerra. Mientras tanto, en el otro bando de las líneas enemigas, la Purísima era proclamada patrona de la monarquía hispánica y, al día siguiente, sería celebrada por primera vez.

Vista de Barcelona, con los escudos de Francia y de Catalunya, el año siguiente que la Purísima fuera proclamada patrona de la Monarquía Hispánica (1645). Font Caroteca de Catalunya
Vista de Barcelona, con los escudos de Francia y de Catalunya, el año siguiente de que la Purísima fuera proclamada patrona de la Monarquía Hispánica (1645). Fuente Cartoteca de Catalunya

¿Qué es la Purísima Concepción?

Según la doctrina cristiana, la Virgen nació inmaculada (libre del pecado original) por voluntad divina. Es decir, que fue concebida con el acto carnal de los santos Joaquín y Ana; pero, a diferencia del común de los mortales, no fue marcada con el pecado original, que todas las personas contraen en el momento en que son concebidas (es la mácula heredada por el rechazo de Adán y Eva a la autoridad de Dios); porque, según la misma doctrina cristiana, María, la primera persona "llena de gracia", estaba destinada a una existencia libre de actos impuros. El más importante sería la concepción de Jesús de Nazaret. En este caso, la doctrina cristiana va un paso más allá: proclama que el Mesías fue concebido sin la práctica del acto carnal y que eso solo era posible por la naturaleza inmaculada; es decir, la pureza más absoluta, de María.

La luz

El dogma que proclama la naturaleza inmaculada de María remonta a la alta edad media (siglos V a IX), con la evangelización del extenso y poblado campo del occidente europeo. En aquel contexto, los evangelizadores otorgan una categoría suprema a María, como virgen, con el clarísimo propósito de suplantar la figura de la Madre Tierra, que es el mito dominante en las cosmogonías céltica y protovasca. María es presentada, por ejemplo, como la personificación de Ama-Lur, la Madre Tierra y la diosa suprema de la cosmogonía protovasca, que en el amanecer de los tiempos engendró la luz (Ilargia, la luna; y Eguzki, el sol) que marcaría el ciclo de la existencia (Egunekoak, el día de los vivos; y Gavekoak, la noche de los muertos). Los evangelizadores proclamaban que María había engendrado la luz —el Mesías— que tenía que guiar y salvar a la humanidad.

Felipe IV y Luis XIV. Fuente Museo del Prado i Museu de Versalles
Felipe IV y Luis XIV. Fuente Museo del Prado y Museo de Versalles

La oscuridad

La proclamación de la festividad de la Purísima, como la patrona de la monarquía hispánica y como "fiesta de guardar" venía precedida de las cazas de brujas más intensas de la historia. Este fenómeno se había practicado de forma local e intermitente desde la antigüedad. Pero con el crepúsculo de la modernidad (siglo XVI y primer cuarto del XVII), este fenómeno adquirió una dimensión brutal. El exterminio de las brujas, que perseguía la suplantación definitiva de las confesiones ancestrales que habían sobrevivido hasta entonces, se saldó con el asesinato de miles de mujeres. Algunas estimaciones de la investigación historiográfica, calculan un mínimo de 10.000 mujeres asesinadas en Catalunya y en Euskal Herria. La antropología moderna vasca considera que aquellas cacerías serían el primer gran ataque orquestado contra la nación y la cultura vasca.

¿Por qué fue proclamada patrona de la monarquía hispánica?

El año 1644, la monarquía hispánica —como edificio político— estaba instalada en una profunda crisis iniciada cuatro décadas antes, con el agotamiento imprevisto y repentino de las minas de metales americanas; que se había intensificado con las revoluciones independentistas de Catalunya y de Portugal (1640). A todo eso, se sumaba la carrera ascendente de otro edificio político, la monarquía francesa, que le disputaba el liderazgo mundial. El porrazo era inminente. Y en aquel contexto, la angustiada cancillería de Madrid recurrió a la fabricación de un mito con el objetivo de restaurar la moral de victoria, la idea de superioridad y el propósito universal que, con anterioridad, había imperado en los ejércitos hispánicos que combatían en Europa. La monarquía hispánica se quería presentar al mundo como María, la que había engendrado la luz salvadora.

Mothe i Lorraine, capitanes generales de Catalunya durante la Guerra de Separación. Font National Gallery of Scotland
Mothe y Lorraine, capitanes generales de Catalunya durante la Guerra de Separación. Fuente National Gallery of Scotland

¿Cómo se fabricó este mito?

Violante de Aragón, hija de Juan I de Catalunya-Aragón y esposa de Luis II de Anjou, fabricó el mito Juana de Arco para derrotar al eje Borgoña-Inglaterra (siglo XV). Juana de Arco no era más que una adolescente plebeya e iletrada; y extrañamente mística después de presenciar los violentísimos asesinatos de su familia en manos de los ingleses. Violante la vistió como una virgen, la situó al frente de los ejércitos y la sacrificó con el objetivo de la victoria final. Y el eje Purísima Concepción-Monarquía Hispánica se fabricó a partir de otro mito menor: la aparición de María en los tercios hispánicos (católicos, por descontado) para derrotar a los independentistas neerlandeses (pérfidos rebeldes y herejes protestantes, a ojos de Madrid) en la batalla de Empel, el 7 y 8 de diciembre de 1585, la fecha en que, según la doctrina cristiana, María había sido concebida.

Papeles falsos

El pretendido "Milagro de Empel" convirtió a la Purísima en la patrona de los tercios hispánicos, los mismos ejércitos que, medio siglo después, masacraron a la población civil catalana durante la primera fase de la Guerra de Separación (1640-1641). En 1644, en plena zozobra por la crisis catalana, la cancillería de Felipe IV la elevó a la categoría de patrona de la monarquía hispánica. Y siglos más tarde (1892), este patronazgo se extendió al conjunto del arma de infantería española. La misma que entró en Catalunya a sangre y fuego durante la última fase de la Guerra Civil (1938-1939). A los catalanes de la actualidad nos hace mucha gracia el puente de la Constitución-Purísima, porque nos permite unos días de estancia aparecidos de la nada. Pero la historia nos explica que son fiestas impuestas que sacralizan la dominación española de Catalunya.

Representación de la Purísima, obra de Murillo, poco después de ser proclamada patrona de la Monarquía Hispánica (1650). Font Museo de Bellas Artes de Sevilla
Representación de la Purísima, obra de Murillo, poco después de ser proclamada patrona de la Monarquía Hispánica (1650). Fuente Museo de Bellas Artes de Sevilla