Empezar hablando de comedia, seguir con niños malnacidos y constatar como de pertinente es, que la salud mental esté, por fin, en medio del debate público. A veces, sólo a veces, cuesta intuir qué insospechada dirección tomará una entrevista sobre una película en medio de una campaña promocional, en este caso Mamá o papá. Con Dani de la Orden, cualquier conjetura previa salta por los aires cuando la charla se centra en conceptos como el miedo, la ansiedad, el agotamiento, la vanidad o el precio, o más bien el significado, del éxito.

La cuestión es que el cineasta barcelonés estrena película, y esta frase se podría utilizar dos veces el año desde el 2013, porque encadenar proyectos el uno detrás del otro ha sido una constante desde que debutó con aquella celebrada Barcelona, noche de verano. Las cifras marean. En ocho años, Dani de la Orden ha llevado cinco largometrajes más a las salas: Barcelona, noche de invierno, El pregón, El mejor verano de mí vida, Litus y Hasta que la boda nos separe y uno en Netflix: Loco por ella, ha formado parte como director del fenómeno de la serie Élite, ha publicado la novela Darse un tiempo (y otras mentiras), y ahora, claro está, estrena película: Mamá o papá. Y cuidado, porque... ¡ha rodado dos más! Por un lado, la comedia El test, con Blanca Suárez y Antonio Resines, y, por el otro, el drama 42 segundos, sobre la selección española de waterpolo ganadora de la medalla de plata a los Juegos Olímpicos de Barcelona 92.

Solo en casa

Sin lugar a dudas, Mamá o papá es una de las mejores opciones que encontraréis en las carteleras navideñas. Se trata de una comedia familiar más incorrecta del habitual, que no toma|coge el espectador por asno, con un guion de hierro, un montón de gags y diálogos trepidantes y divertidísimos, una pareja protagonista estupenda que forman Paco León y Miren Ibarguren, un reparto de niños que (oh, sorpresa) son actores más que eficaces, y un punto de partida imbatible. Lo explica De la Orden: "Mamá o papá tiene una premisa demasiado buena para dejarla pasar: eso de unos padres dedicados a putear a los hijos es brillante". Un concepto que surge de un éxito francés (Papá o mamá, 2015) que aquí se ha versionado libremente, y que plantea la batalla de un matrimonio que decide divorciarse y que entra en una sangrante batalla por la custodia de los niños... ¡concretamente para perderla!

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El director barcelonés Dani de la Orden estrena este viernes su nueva película Mamá o papá

Eso de unos padres dedicados a putear a los hijos es brillante

"No creo que utilizemos un humor que nos pueda traer problemas con la fiscalía, pero quizás sí que nos pasamos alguna línea roja. La cosa era ir un poco más allá del humor que puedes esperar en una película familiar. Yo tengo mucha mala leche, soy terriblemente cínico, y me molesta todo tanto... Tengo un carácter un poco destroyer, y no me apetecía hacer una peli sobre la familia unida y la Navidad. Solo en casa tiene más mala leche que eso," afirma. "El otro día leía una crítica donde se comparaba la película con un episodio de Los Simpson. Me parece que trataba de no dejarla bien, pero es lo mejor que me podrían decir. También tiene un punto de La Guerra de los Rose, o de comedias tipo Malditos vecinos, o del cine de Judd Apatow", dice al director.

El placer de dormir solo

De alguna manera, De la Orden deja atrás el gusto por el romanticismo de algunos de sus filmes, y en el mismo argumento de Mamá o papá se desdramatiza enormemente, por ejemplo, lo que puede suponer un divorcio. "¡Es que el qué es realmente extraordinario es que un matrimonio vaya bien!", afirma. "Nos han educado al revés. Yo, a mi novia le digo que desde el día que nos enamoramos empezamos a escribir el fin de nuestra relación. ¡Llevo toda la vida diciendo que el día que viva en pareja dormiremos en camas separadas, y me ha caído de todo, pero es que no es natural dormir con alguien! Todo nos lleva a la pareja, viajes para dos, entradas dobles... a mí hay muchos momentos en que me gusta estar solo, y no es que yo sea un tío muy extraño. Y quería llevar eso a la película, no quería hacer el clásico final feliz, y quizás me he quedado a medio camino, pero creo que es un final más crudo del habitual".

No quería hacer el clásico final feliz, y quizás me he quedado a medio camino

Otro de los aciertos de la película dribla uno de los males endémicos del cine español: encontrar actores infantiles que sean verosímiles. Iván Renedo, un niño de 8 años, y Laura Quirós, una niña de 11, funcionan muy bien como hijos de la pareja protagonista. "Lo hacen muy bien, sí. Creo que tiene mucho que ver con cómo les explicas al personaje. Yo creo que todos los niños son unos hijos de la grande puta, en potencia, y no se salva ninguno. Van a la suya, tienen dobles intenciones, son unos interesados, ya me gustaría ver la bondad de un niño, yo no sé cuál es", dice socarrón, con aquel tono que mezcla exageración irónica con contundencia en el mensaje. "Partiendo de esta premisa, que obviamente es un poco destroyer, partiendo que los niños son unos minidictadores egoístas, los trato de una manera profesional. A mí es que no me sale la vena paternal, yo a veces soy borde currando, tengo un punto un poco seco trabajando, y eso hace que les dé, que les traspase, la responsabilidad. Y lo entienden perfectamente. ¿A ver, saben jugar al Fortnite y no saben qué implica un rodaje?", apunta con sentido del humor.

Parar por los que no lo pueden hacer

Llegados a este punto, el periodista recuerda un encuentro con el director, hace cosa de dos años, en los que De la Orden confesaba cierta intención de bajar el ritmo. Desde entonces, ha rodado cuatro películas, episodios de Élite y ha publicado su novela. "Más que a ti, me engañé a mí mismo. Ahora sí que va de verdad: entonces no sabía qué era un burn out, lo supe hace cosa de un mes. Y entre otras cosas me ha servido para pensar por qué uno no se detiene: creo que es simplificarlo mucho decir cosas como me gusta mucho mi trabajo, que desde pequeño quería hacer eso".

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Dani de la Orden acaba de rodar 42 segundos, un filme inspirado en la selección española de waterpolo de Barcelona 92

Te das cuenta de que sigues rodando sin cesar por puro miedo

Dani de la Orden reconoce que que, de alguna manera, no paraba la máquina por vanidad. Como si no fuera nadie sin hacer películas. "Me he formado una identidad a partir del cine que he hecho, y me parece tristísimo. Me sacas las películas y no sé quién soy. Y llegué a este punto, haciendo terapia... Te das cuenta de que sigues rodando sin cesar por puro miedo, por miedo que no te llamen más, por miedo a no saber quién soy si no ruedo. Mi identidad, mi manera de ser, la forma de relacionarme con el resto de la gente era a través de las películas. Y el cine no te devolverá nunca nada. Más allá del cansancio físico y mental que te produce rodar una película detrás de la otra, he parado por este motivo. Yo tengo la suerte de que puedo parar, por los que no pueden, es muy duro".

Saber decir que no

La confesión pone encima de la mesa el tema de la salud mental, que el propio Dani de la Orden tocó a Loco por ella, y que también tiene mucho que ver con 42 segundos, el último filme que ha dirigido (en este caso a cuatro manos con Àlex Murrull). "Habla del sacrificio para conseguir un objetivo. Son deportistas de élite, y más que del éxito, al final hablamos de gente que parecen superhéroes pero que son personas llenas de inseguridades e igual de vulnerables que nosotros. Es lo que le pasó a Simone Biles en las últimas Olimpiadas, es básico estar bien mentalmente para estar bien físicamente, aquello del mens sana in corpore sano. Y a los deportistas de élite los enseñan a hacer mil flexiones, a no parar, no parar, pero si uno tiene una adicción o un trauma... eso lo afectará deportivamente. No es suficiente con la preparación espartana. Al final, 42 segundos hablará de un grupo muy fuerte de waterpolistas entre los cuales había dos, Manel Estiarte y Pedro García Aguado, que no pueden rendir porque tienen un enfrentamiento personal".

El miedo no tiene que servir de motor de nada, es una traición en uno mismo

El cineasta sigue reflexionando sobre el tema, de nuevo enfocándolo cabe a su propia realidad: "Me he equivocado mucho, llevo mucho tiempo equivocado, pero creo que es bueno saber parar y decir que no; también es complicado y te hace sentir culpable, porque tener trabajo hace creerte afortunado. Y yo mismo me decía que no podía parar, que qué suerte tener tantos proyectos. Pero entonces te olvidas de vivir. Miras atrás y te preguntas por qué he hecho las pelis que he hecho: ¿por necesidad? ¿Para pagarme un piso? Algunas son para no perder comba y seguir diciendo que estoy aquí, por el miedo a no tener nada más. Y aceptar trabajos por miedo es un error, el miedo no tiene que servir de motor de nada, es una traición en uno mismo".

El error de rodar sin cesar

No es frecuente que gente del cine explique este tipo de situaciones, cuando menos en presente. Para Dani De la Orden "es liberador explicarlo, porque, desde fuera, el mundo del cine no parece duro, somos los de la farándula, los subvencionados, pero este es un mundo muy complicado para consolidarse, cuesta tanto llegar, y yo estoy muy orgulloso de qué he conseguido. Y todo eso hace muy difícil dejarlo porque... ¿y si se acaba? Ruedas películas sin descanso, estás pensando en aprovechar la ola|, pero no ves que quizás la ola es un tsunami, y entonces ya te ha atrapado. Presuponemos que es normal acabar agotado del trabajo, y vivimos pensando que no poder más, que estar bajo tensión, es lógico. Pero no, porque te acabas consumiendo y no te das cuenta".

Hice la primera peli con 22 años, y reconozco que me enfrenté con una seguridad un poco vinculada a la soberbia

Dani de la Orden admite que el cine es un oficio muy vanidoso en que recibes cumplidos muy fácilmente. "Puedo entender estas estrellas de la música que lo petan muy jóvenes y se vuelven locas... Yo hice la primera peli con 22 años, y reconozco que me enfrenté con una seguridad un poco vinculada a la soberbia. Era un poco gilipollas, realmente. No por tratar mal a nadie, más bien para ir de sobrado. Y ahora es todo el contrario. No sé si es la edad, si se dice madurez, pero ahora me presento ante las pelis con más inseguridades. La cuestión es que me equivoqué a la hora de rodar sin cesar. Pensaba que afilaba, porque las respuestas eran positivas, y creaba mi propia identidad a través del éxito de seguir trabajando. No sé qué es el éxito, pero sí sé que no es encauzar trabajos tras trabajos, ni tampoco que mucha gente te tenga en alta estima laboral, ni formarte una marca. Y la putada es que te educas pensando que sí es eso, muy orientado a la productividad. Y ahora, dicho esto, ¡me voy a mi retiro budista"!, remata entre risotadas.