Por fin. Primero tenía que ser el 17 de abril de 2020. Pero aquellos eran los días más estrictos del confinamiento y el concierto del cantautor norteamericano Bon Iver se tuvo que cancelar. La nueva fecha escogida para presentar en Barcelona su último disco, I,I (2019), fue el 23 de enero 2021. Las cosas, hablando de pandemia, habían mejorado, pero todavía era demasiado pronto para llenar de seguidores un local de las dimensiones del Palau Sant Jordi de Barcelona. Tres años después de la aparición de su última colección de canciones, ahora sí, Bon Iver ha podido hacer resonar su repertorio en el recinto olímpico barcelonés frente a 9.000 seguidores. Ha sido una noche con magia y misterio, llena de emotividad y sentimientos.

Un clásico contemporáneo

Todo fue culpa de un corazón roto. Su corazón roto. Miembro de formaciones que nunca habían acabado de estallar, el 2006 Justin Vernon se refugió en una cabaña perdida en algún lugar de los bosques de Wisconsin. Un rincón aislado imposible de localizar con Google Maps. Allí se aisló para curarse del final de una relación sentimental. De aquellas semanas catárticas en que la única compañía que tenía era un viejo ordenador portátil y el eco de su guitarra, surgió For Emma, Forever Ago (2007). Uno de los discos definitorios de su generación. Una obra hiriente como un clavo oxidado arañando el alma, con el que ahora ya escondido tras el nombre artístico de Bon Iver, Vernon recogía lo mejor de la tradición folk más intimista. Melodías de caoba que recubrió con estructuras sintetizadas extrasensibles. Folk y electrónica modelando una obra que ya es un clásico contemporáneo.

Luces y sombras

Bon Iver siguió progresando con los posteriores Bon Iver (2011) 22, A Million (2016). Línea siempre en ascenso mantenida con el más reciente, I, I (2019), trabajo que ha focalizado el repertorio de su concierto de este lunes 7 de noviembre en el Palau Sant Jordi de Barcelona.

Bon Iver

Bon Iver ha actuado este lunes 7 de noviembre en el Palau Sant Jordi de Barcelona / Foto: Live Nation

Han sido una hora y tres cuartos (precedida de media hora de retraso) en qué, acompañado de su actual banda (formación que roza el factor más sublime), el norteamericano, con una puesta en escena espectacular: rodeado de neones que jugaban a crear colores y sombras, ha trasladado la frágil esencia de sus creaciones al inmenso escenario del Sant Jordi.

Sin respirar

La velada (en la que los fototoperiodistas han tenido, por deseo expreso del artista, prohibido el acceso) ha empezado con la èpica de 'Perth', evidenciando que ya quedan muy lejos los tiempos en los que aparecía sobre el escenario completamente solo, jugando a las formas del cantautor folk rock. En 2022, la propuesta del norteamericano se aproxima más al (post) rock de tintes progresivos de grandes nombres de los ochenta como un Peter Gabriel o un Phil Collins empapado en la lisergia de Flaming Lips.  

Así, una tras otra, han revivido piezas com Heavenly FatheriMiHey, Ma10715 – CreeksSkinny LoveHolocene 33 ‘GOD’... Poesía sonora en un recital que era pura liturgia colectiva que ha finalitzado con re: Stacks y Beth/Rest.. Una velada en la que por momentos costaba respirar, por miedo que con una de las exhalaciones se pudiera romper el instante y su magia.