València (capital del dominio independiente del Cid); 10 de julio de 1099. Hace 1.026 años. Rodrigo Díaz de Vivar, mercenario castellano y Hombre Principal de València (Princeps Rodrigous Campidoctor), moría dejando en precario la continuidad de su dominio. Poco antes había muerto en combate su único hijo varón, Diego (1097) y la continuidad de su proyecto había quedado en manos de sus dos hijas y de sus dos yernos. Cristina, que había sido casada con Ramiro Sancho, nieto ilegítimo del rey García Sancho III de Navarra (1098); y María, que había sido casada con Ramón Berenguer III, conde independiente de Barcelona (1098).

El misterioso eje Cid Campeador-Jaime I
La viuda Jimena no podría resistir el ataque almorávide más allá de un corto espacio de tiempo, y tres años después de la desaparición del Cid (1102) se vería forzada a evacuar las oligarquías guerreras, subalternos del difunto Rodrigo que habían participado en aquella empresa militar (1094) hacia su solar originario de Castilla. El proyecto valenciano del Cid —la creación de un dominio cristiano en el levante peninsular— se desvanecía con su desaparición y con la de su heredero. Sin embargo, un siglo largo más tarde, el rey Jaime I se proclamaría descendiente de Cristina y de María, reclamaría el legado del Cid y vestiría la campaña de la conquista de València (1232-1245) con este argumento.
¿Cómo llegó el Cid a València?
Rodrigo era un personaje de la oligarquía militar castellana que había alcanzado el cargo de alférez del rey (el equivalente al senyaler catalán. Es decir, el abanderado del ejército y el jefe de la guardia personal del soberano). Pero las disputas familiares entre los reyes de Castilla, de León y de Galicia (tres hermanos entregados a una avariciosa y fratricida guerra por la concentración del poder) lo desplazaron de su posición de privilegio. Políticamente amortizado y empujado al exilio, Rodrigo se dedicó a aquello que sabía de hacer de verdad y que era la actividad más rentable en la época: la constitución de un grupo de guerreros mercenarios que combatían al servicio del mejor postor.

¿Qué tipo de sociedad gobernó el Cid en València?
Durante los años previos a la empresa valenciana (1081-1092), se ofreció y combatió —indistintamente— en el bando cristiano y en el bando musulmán. Hasta que, después de una serie de campañas exitosas en el valle del Ebro (en las guerras que enfrentaban los dominios cristianos de Barcelona y de Aragón con los musulmanes de Zaragoza, Lleida y Tortosa); acabaría conquistando el reino taifa de València (1092). Pero el nuevo gobierno del Cid no alteró, en absoluto, la composición sociológica (cultural, étnica, religiosa) de aquella sociedad. La València que gobernarían el Cid y su viuda (1092-1102) seguiría siendo un dominio, muy mayoritariamente, de confesión musulmana y de lengua árabe.
¿Qué tipo de Estado creó el Cid en València?
El dominio valenciano del Cid no tuvo nunca ningún tipo de relación de asociación o de subordinación a Castilla. Rodrigo, inspirado en el concepto patrimonial del cargo, propio de la ideología del poder de la época; crearía un dominio independiente y se proclamaría Princeps (Hombre Principal) de su Estado. Rodrigo y su gente (los mercenarios y sus familias) se convertirían en la nueva oligarquía valenciana y el núcleo del poder, pero siempre fueron un colectivo elitista, minoritario y recluido dentro de su propio entorno social y cultural. Sería alguna cosa parecida a la composición sociológica de las ciudades de Tierra Santa que, casi en el mismo momento, pasaban a manos de las órdenes religiosas.

¿Qué pasó con el dominio valenciano del Cid?
Poco después (1102-1103) el rey navarroaragonés Alfonso el Batallador intentaría recuperar aquel dominio para la cristiandad y conseguiría ganar —efímeramente— el valle del río Millars —con Castellón—. Pero la reacción almorávide sería violentísima (1103): el Batallador tendría que retroceder hasta el Ebro y, además, tendría que evacuar la totalidad de la comunidad mozárabe valenciana (cristianos que vivían bajo dominación árabe) gravemente amenazada por la radicalidad almorávide y por su colaboración con la campaña aragonesa. Desaparecían de València, para siempre, las últimas comunidades cristianas de ritos hispanovisigóticos y románicas de latín vulgar del territorio.
¿Qué se hizo de las hijas del Cid y de su descendencia? Cristina
Cristina (1075), casada con el navarro Ramiri Sancho (1098), sería la madre de García Ramírez (1100-1150), que después de la muerte sin descendencia de Alfonso el Batallador, rey navarroaragonés y primo-segundo del nieto de Cid, estaría sentado en el trono de Pamplona (1134) y sería nombrado "el Restaurador". Al mismo tiempo, los aragoneses sentaban en el trono de Zaragoza al hermano del difunto, Ramiro el Monje (1134), y de esta forma quedaban, para siempre, separados los dominios de Aragón y de Navarra. Pero esta genealogía resulta muy interesante para explicar que, a partir de aquella fecha, los reyes de Navarra —pero no los de Aragón— que sucederían al Restaurador serían descendientes del Cid.

¿Qué se hizo de las hijas del Cid y de su descendencia? María
En cambio, María (1077) casada con Ramón Berenguer III, conde independiente de Barcelona (1103) solo tuvo descendencia femenina. María sería la primera de las tres esposas de Ramón Berenguer III, pero como no tuvo hijos varones, la sucesión condal recaería sobre Ramón Berenguer IV, el hijo de la tercera esposa —Dulce de Provenza— y primer retoño varón del conde barcelonés. Entonces, la cuestión es: qué se hizo de las hijas de María y qué papel tuvieron en el árbol genealógico de los Bellónidas. Pues la primogénita, también María (1104) —como su madre—, sería casada con Bernardo III, conde dependiente de Besalú, pero moriría sin descendencia (circa 1105).
¿Jaime I realmente era descendiente del Cid?
Y la segunda, Jimena (1105), fue casada con Rogelio III, conde independiente de Foix (el Estado de la bandera de las tres barras y vasallo del Casal de Barcelona); y tuvo descendencia masculina —Rogelio Bernardo I—. Por lo tanto, desde Rogelio Bernardo I (1105), los condes independientes de Foix —y más tarde, copríncipes de Andorra (1278), condes de Bearn (1436)... ¡¡¡y reyes de Navarra (1472)!!!— serían descendientes del Cid. ¿Entonces, el rey Jaime I, que vistió ideológicamente la empresa conquistadora valenciana con el argumento que, por consanguinidad, era el heredero legítimo del legado de Cid, era realmente descendiente de María o de Cristina Díaz y, por lo tanto, del Cid? Y la respuesta es no.

El Casal de Barcelona se lanza a la conquista del antiguo dominio del Cid
La idea de que, realmente, propulsa la acción de la cancillería de Jaime I y que implica a todos los estamentos de poder no tenía ninguna relación con el Cid. En aquel contexto histórico (inicios del siglo XIII) los Estados cristianos peninsulares se proyectan con fuerza hacia el sur. Pero con un criterio consensuado: cada Estado se proyecta siguiendo el dibujo de las antiguas provincias y conventus romanovisigodos. La cancillería catalanoaragonesa de Barcelona ambiciona reunir la antigua provincia Tarraconense (la cuenca hidrográfica del Ebro); y, especialmente, su subdivisión litoral: el antiguo conventus Tarraconense (la actual Catalunya y los tercios septentrional y central del País Valencià).