Carles Puigdemont publica La crisi catalana. Una oportunitat per a Europa (ed. La Campana), un libro surgido de sus conversaciones con el periodista belga Olivier Mouton. Se trata de la traducción de un libro inicialmente pensado para el público belga, y que, por lo tanto, se centra sobre todo en el papel de Europa en todo el proceso independentista y en su represión. La obra se cierra con un llamamiento a una mediación internacional con el fin de resolver la situación de Catalunya.

En clave europea

Puigdemont parte de la base de que la crisis catalana es, ante todo, una crisis europea. Afirma que la reivindicación de los catalanes es la de los derechos fundamentales que Europa promete, y que por ello cuestiona el papel de sus instituciones. El presidente apunta que la situación actual de Catalunya representa una ocasión única para que Europa se desmarque de los comportamientos antidemocráticos que se están extendiendo por Estados Unidos, y que se consolidan en China y en Rusia. Puigdemont, aunque considera normal que las instituciones europeas no reconocieran Catalunya después del 1-O, apunta que es imprescindible que actuen ahora: "El señor Juncker no puede seguir diciendo que no pasa nada". Y reclama que las instituciones europeas escuchen a los catalanes: "¿Somos o no somos ciudadanos europeos?", se cuestiona. En cambio Puigdemont valora positivamente la sensibilidad de "la Europa ciudadana", que ha sido más sensible a la denuncia de la represión

Un Estado, ¿para hacer qué?

Puigdemont reivindica el potencial renovador de la reivindicación soberanista. "No tenemos el menor interés en reproducir un estado que actúe y se organice igual que el español", argumenta, y critica el estado español como "un país energéticamente inviable, económicamente sobreendeudado, socialmente desequilibrado y democráticamente deficiente". Como alternativa propone "construir una sociedad culta, educada, democràtica, plural, multilingüe, multicultural e internacional". Y reivindica que el futuro de Catalunya está garantizado por la fuerza de su ciudadanía. Pero al mismo tiempo reclama una renovación de las instituciones con más actuaciones en defensa de los más desfavorecidos.

Asunto colectivo

Puigdemont es muy consciente de que no es la única víctima de la oleada represiva, y por lo tanto su libro se inicia con una larga relación de los diferentes casos de encarcelados, exiliados y perseguidos por causas políticas en el Estado español, en la que figuran desde el miembros de su gobierno hasta el rapero Valtònyc. La denuncia de la involución autoritaria del gobierno español es uno de los principales argumentos de su libro.

Puigdemont acordó con Marta Rovira, el 28 de octubre, la marcha al exilio

Impacto personal

Puigdemont, a pesar de todo, en este libro explica la situación en clave personal y por eso repasa su evolución, la dinámica que le ha llevado hasta donde está ahora: la catalanidad profundamente sentida de su familia, la influencia de Martin Luther King, su relación con el autonomismo de la vieja Convergència ("es evidente que no soy del estilo de mi partido", reconoce cuando relata esos momentos), su paso por El Punt y por la Agència Catalana de Notícies, su visita a Eslovenia cuando esta se independizó, su entrada en política... Y, sobre todo, la aceleración de su vida que se produce a partir de su designación como presidente por Artur Mas, que según él aceptó por sus convicciones independentistas. Su propósito era "pasar la llama a una nueva generación, llegar a una situación un poco más próxima a la independencia". Pero confiesa que en todo este proceso "no nos esperábamos que Madrid respondiera con el Código Penal". En el libro, Puigdemont revela cómo se tomó la decisión de marchar al exilio. El 27 de octubre la mayor parte del gobierno catalán marchó al exilio (sin que sus miembros estuvieran todavía reclamados judicialmente), pero Puigdemont y Junqueras se quedaron en Catalunya. El 28 de octubre Puigdemont se reunió en el Empordà con Marta Rovira, que había hablado con los miembros del gobierno en el exilio, y decidieron que la mejor opción era marchar para continuar luchando por la independencia en un lugar donde tuvieran más margen para hacer política. El día 29, ante la amenaza de ser detenidos, Puigdemont y los otros miembros del Govern marcharon de Catalunya y se establecieron en Bélgica.

Mi vida corre peligro

Amenazado

"En esta crisis me ha tocado hacer, a nivel personal, un papel que no me habría imaginado nunca. En muy poco tiempo me ha cambiado completamente la vida", explica Puigdemont antes de relatar su paso por prisión, corto pero impactante. Y pese a su retorno a Waterloo, el presidente no vive en una situación ideal: "Vivimos personalmente bajo la amenaza de los servicios secretos españoles (...) Yo tengo que ir con protección siempre". Afirma estar dispuesto a "vivir encarcelado en España", pero apunta que su encarcelamiento no lo movería de sus convicciones y complicaría la resolución del problema. "Mi vida corre peligro", explica al principio de un capítulo, aunque se reafirma en su creencia en la no-violencia. Y afirma que "cuando la solución se haya normalizado no quiero seguir haciendo política". Y apuesta por una "vida sencilla" y por "disfrutar de las pequeñas cosas del día a día" con su familia.

Debate sobre nacionalismo

Puigdemont aprovecha este libro para explicar el soberanismo catalán para el público europeo hostil al nacionalismo. Explica el independentismo catalán como un proyecto abierto, y al mismo tiempo denuncia el patriotismo constitucionalista español como un fenómeno que puede ser extraordinariamente agresivo (y, además, denuncia que mantiene muchos tics franquistas). El presidente, al mismo tiempo, intenta justificar que Catalunya, aunque de menores dimensiones que España o Francia, es un estado perfectamente viable. Y dedica algunos párrafos a explicar al público extranjero que el catalanismo no es un "nacionalismo de ricos" y que no tiene nada que ver con el populismo. Frente a los nacionalismos agresivos, Puigdemont apuesta por el europeismo, pero apunta que hacen falta profundas reformas en las instituciones europeas para acercarlas a la ciudadanía. Y afirma que es imprescindible que la Unión Europea reconozca el derecho a la autodeterminación.

El Estado español no aceptará dialogar con nosotros a corto plazo, al menos con respecto a la autodeterminación

Vías de solución

El presidente apunta que está seguro de que a medio plazo hay una posibilidad de "normalizar la situación a través del diálogo". Puigdemont no se enroca en el 1-O y propone al Estado un nuevo referéndum, e incluso establece que se podrían fijar las condiciones de participación y mayoría independentista para validarlo. Ahora bien, afirma que eso podría ser una vía "siempre que haya el compromiso explícito de respetar los resultados". Su apuesta es por una separación amistosa y considera que la medicación europea es esencial para conseguirla, pero afirma que se resignaría a que no hubiera independencia si se ejerciera el derecho a la autodeterminación y el soberanismo perdiera (y reta al gobierno español a ganarse a los catalanes ofreciéndoles mejor trato). Puigdemont reconoce que "El Estado español no aceptará dialogar con nosotros a corto plazo, al menos con respecto a la autodeterminación." Pero también deja claro que "lo único que nos haría renunciar a la independencia sería perder un referéndum". Propone olvidar la agenda y trabajar mediante una negociación discreta que permitiera restablecer la confianza mutua. Este, para Puigdemont, sería el principal papel de Europa, aunque no lo sea de forma oficial. y reafirma su confianza con Donald Tusk, el presidente del Consejo Europeo, "el único que se ha expresado de una manera muy correcta".

En clave exterior

Este es un libro pensado para un público extranjero, y por lo tanto incorpora algunos datos muy básicos que pueden ser superfluos para el público catalán informado. Por otra parte, no incorpora grandes revelaciones, ya que algunos de los asuntos a que se refiere Puigdemont están todavía sujetos a actuaciones judiciales, y otros están candentes y prefiere tratarlos con discreción. Así pues, la gran aportación de este texto es la reflexión sobre el papel de la Unión Europea en el conflicto catalán y, sobre todo, su visión sobre las vías para avanzar hacia la independencia. Puigdemont apuesta claramente por un nuevo referéndum pactado y espera que España mueva ficha. Él queda a la espera.