Este año hace un siglo y medio que se completó el abastecimiento de agua sobre todo el espacio irrigable previsto por el Canal de Urgell. Iniciado el 1847 y concluido el 1862, el Canal de Urgell se convirtió en la obra civil más importante de la Catalunya del siglo XIX. Cinco años después de que se acabara, había convertido en tierra de regadío más de 70.000 hectáreas de secano riguroso. El Canal de Urgell, una obra con una historia épica, cambiaría para siempre la fisonomía de las llanuras occidentales de Catalunya. La aridez que dominaba el paisaje se convertiría en una estampa de vergel. En los años inmediatamente posteriores se produciría una formidable colonización que multiplicaría la población. Las llanuras de Urgell, que los viajeros ilustrados de la centuria de 1700 habían dibujado como la tierra más fértil y al mismo tiempo más seca del país, ganarían definitivamente la condición de "granero de Catalunya". Una categoría que, hasta entonces, había estado en manos de los elementos meteorológicos.

Los orígenes

Las fuentes documentales medievales describen la llanura de Urgell poco más o menos como un desierto que dibujaba un gran cuadrado con Lleida, Balaguer, Tàrrega y les Borges Blanques en los vértices. Mollerussa -entonces una aldea- quedaba justo en el centro. Un desierto que, en años de lluvia, producía abundantes cosechas de trigo que garantizaban pan y paz al conjunto del país. Y que, en años de sequía, obligaba a las instituciones a importar trigos sicilianos, aragoneses o castellanos. Y al conjunto de la sociedad a pagar precios, en muchas ocasiones abusivos, por el producto alimenticio básico. Pero no sería hasta las postrimerías de la centuria de 1500 que se plantearían los primeros proyectos serios para asegurar la producción del "granero de Catalunya". El Principat había duplicado la población en relación al inicio del siglo, y en las malas añadas las asonadas populares también se habían multiplicado. Los primeros proyectos tendrían tanta relación con las necesidades de pan como con las necesidades de paz.

Casa Canal Mollerussa, 1904 / Fuente: Espai Cultural del Canal d'Urgell

Los proyectos fallidos

Ni Lerma, ni Olivares -ministros plenipotenciarios hispánicos- ni sus sucesores -con Habsburgo o con Borbones- no tuvieron nunca interés en las infraestructuras catalanas. Sus políticas estaban orientadas y limitadas a un interés puramente recaudatorio. Es una vieja tradición hispánica que se remonta a los Reyes Católicos y que los gobiernos españoles contemporáneos han elevado a la categoría de institución. Naturalmente, la larga y tenebrosa represión borbónica posterior a la derrota de 1715 no hizo más que acentuar la cultura política de espolio. A finales de siglo, la larga paz de plomo y el comercio con América impulsaron una nueva clase mercantil barcelonesa que recuperó los grandes proyectos de país. El proyecto de construcción del Canal de Urgell estuvo, en repetidas ocasiones, sobre la mesa de las elites económicas catalanas. Pero las continuas guerras que los Borbones mantenían con todo lo que se movía -y las crisis que provocaban- enfriaron la iniciativa.

La recuperación del proyecto

En cambio, los ministros pretendidamente ilustrados de los Borbones hispánicos emplearon importantes recursos públicos en la construcción de canales en Castilla. El "Proyecto General para los reinos de Castilla y León" se materializó con un canal de navegación y de riego de 207 kilómetros -con sus ramales- que se financiaría, en buena parte, con fondos públicos y con aportaciones de las oligarquías políticas latifundistas que, como no podía ser de otra manera, se reservaban la explotación y los beneficios de la infraestructura durante un siglo. En Catalunya tendrían que pasar casi cien años hasta que la Sociedad Girona, Clavé y Compañía, un conglomerado de banqueros y de propietarios agrarios, recuperara el viejo proyecto. Era el año 1847 y Catalunya ya había iniciado su particular camino hacia la Revolución Industrial. Las humaredas características del paisaje industrial ya eran elementos habituales del skyline de Barcelona, de Reus, de Gràcia, de Mataró o de Sabadell.

Casa de compuertas. Ponts, hacia 1860 / Fuente: Blog Quina la Fem

La obra

El año 1847 Catalunya había cuadruplicado la población con respecto al día siguiente del 11 de septiembre de 1714. Había superado el 1.600.000 habitantes -el 11% del total del Estado español- y era el territorio más poblado, conjuntamente con Andalucía y con Galicia, de la península. Sería en aquellos días en que se empezaría a dibujar el mapa demográfico actual de Catalunya: una emigración constante desde las comarcas del interior y del Pirineo hacia la costa. Surgía una nueva y numerosa clase proletaria que se concentraba en torno a los núcleos industriales. Y con estos elementos se hacía necesario asegurar una producción agraria regular y constante que garantizara la alimentación del proletariado. Aquello del pan y de la paz. La revolución agraria indispensable que tenía que complementar la revolución industrial iniciada. Durante catorce años se excavaría una red de riego, formada por un canal y cuatro acequias principales, que sumaban más de 250 kilómetros y que aportaban más de 30 metros cúbicos de agua por segundo.

La colonización

Antes de la construcción del canal, la llanura de Urgell -la zona irrigable- tenía una población en torno a los 10.000 habitantes. Era la región con la densidad de población más baja del Principat. Y Mollerussa, la capital de la actual comarca del Pla d'Urgell, era un pequeño pueblo de poco más de 200 habitantes. La transformación del territorio impulsó un movimiento colosal de colonización procedente de la periferia de la región: los Pallars, el Alt Urgell, el Solsonès, la Segarra y Les Garrigues. Familias enteras que viajaban sobre un carro lleno de hijos y de miseria -y de dignidad- protagonizaron escenas que nos recordarían la conquista del Far West americano. Sin indios, por supuesto. Miles de campesinos pasaron de la montaña al llano y de simples jornaleros a arrendatarios de la tierra que trabajaban. Y del agua que consumían. La Sociedad Anónima Canal de Urgel -de los promotores- cobraría la novena parte de la cosecha de cada finca durante un periodo de 100 años.

Presa del Segre. Puentes, hacia 1850 / Fuente: Blog Quina la Fem

La transformación

La sociedad entre tierra y agua se convirtió, paradójicamente, en un matrimonio desavenido. La inexperiencia de los campesinos se pagó con inundaciones y ayustes que, además de malograr las cosechas, producían epidemias. La árida llanura de Urgell había sido convertida en algo parecido a los pantanales del Misisipi. Sin cocodrilos, por supuesto. El gran proyecto generó dudas y enemigos. Hasta que el matrimonio fructificó. Los oportunos aplanamientos de los terrenos y las proverbiales inclinaciones de los riegos lo hicieron posible. Pasados cien años de la conclusión de la obra, el país -que quiere decir, la sociedad- exigió la reversión del Canal. El concesionario, sin embargo, pretendía poner el contador a cero desde la conclusión del posterior canal auxiliar. Pero el año 1965 la justicia decidía a favor del país y la Comunidad de Regantes del Canal de Urgell, formada por miles de campesinos, se convertía en el gigante económico y social del territorio.

El espacio Canals d'Urgell

Un relato épico que se explica de una forma muy didáctica e incluso emotiva en el Espai Cultural Canals d'Urgell, en Mollerussa, situado en un interesante y sugerente edificio construido para el Canal durante las décadas centrales de la centuria de 1800. Llamado popularmente Casa Canal, fue pensado y construido en un estilo arquitectónico que está a medio camino entre la estética de una fortaleza medieval y la de una colonia industrial. La Casa Canal ha sido, desde el inicio, la sede central de la sociedad promotora del canal, primero, y de la Comunidad de Regantes, después. Y actualmente es, también, el receptáculo que custodia el relato de la conquista del "Far west catalán": las llanuras de Urgell y la dura batalla de su sociedad contemporánea para convertir una tierra inhóspita en habitable y productiva. Un recorrido, absolutamente recomendable, por el hilo de la historia de nuestros particulares pioneros y de nuestro particular "Far west" nacional. El complemento de nuestra Revolución Industrial.

Título accionarial del Canal de Urgell. Barcelona, 1853 / Fuente: Blog Quina la Fem

Imagen principal: Canal de Urgell hacia 1900 / Fuente: Institut Català de Cartografia