Antoni Tarrés fue un notable alfarero barcelonés que tenía hacia la mitad del siglo XIX un gran taller, con entrada por la calle dels Tallers. Cuando a principios del siglo XXI se decidió levantar la Facultad de Geografía e Historia en el espacio situado entre las calles de Montalegre y de les Ramelleres, una excavación de urgencia localizó elementos de valor arqueológico en la parte más próxima a la calle dels Tallers. Al construir el edificio de la facultad, se reservó esta área con el fin de realizar futuras excavaciones, que también pudieran servir como campo de prácticas para los propios alumnos de la carrera de Arqueología. Ahora, durante cuatro semanas de julio, los arqueólogos de la universidad están trabajando en el yacimiento, coordinados por Josep Maria Gurt y dirigidos por Jacinto Sánchez. Y además, los viernes por la tarde se ofrece la posibilidad de que los vecinos del barrio y los curiosos que quieran pasen a ver el antiguo taller del maestro Tarrés y puedan aprender cómo se vivía en el Raval en el siglo XIX. Para hacerlo hay que inscribirse en la página web del proyecto ArqueUB.

Arqueología facultad historia UB - Sergi Alcàzar

Cuando Tarrés movilizaba el Raval

Sabemos bastante de la producción de Tarrés, porque además de los restos arqueológicos se ha conservado alguna documentación sobre el taller y sus objetos de cerámica. Tarrés no sólo producía objetos de uso cotidiano, sino que fue un gran productor de material para la construcción. En tiempos de Tarrés se puso de moda decorar las fachadas con tejas, esculturas, capiteles o elementos de cerámica (como los que hay en muchos edificios del Raval, pero también en la fachada del Ayuntamiento de El Masnou, o en el antiguo Teatre Municipal de Figueres, el actual Museu Dalí). Parece ser que Tarrés producía muchos de estos elementos y se sabe que las esculturas de algunos edificios de Ciutat Vella se deben a él. Su fama se extendió, progresó mucho y su hijo acabó trasladando el taller a la ronda de Sant Pere.

Arqueología facultad historia UB - Sergi Alcàzar

Los restos del taller

Al lado del área que se está excavando se encuentran los hornos en que Tarrés cocía la cerámica. No se han empezado a excavar y, por lo tanto, no se pueden ver. En cambio, ha salido a la luz y se ve claramente el molino en que se trituraba la arcilla, que era movido por algún animal de tiro (en el suelo es bien visible su rastro). También se ven algunos depósitos donde se decantaba la arcilla, preparándola para la elaboración de los objetos. No se han conservado, en cambio, los tornos ni otras instalaciones adjuntas, aunque se ha preservado para la excavación toda el área del taller del alfarero. Además, entre los escombros que se usaron para rellenar el taller y construir encima de él, se han encontrado numerosas piezas realizadas en el taller: cocidas o por cocer, enteras o rotas... Muchas piezas fueron usadas, finalmente, como relleno y gracias a eso los arqueólogos del siglo XXI tienen una idea lo suficientemente precisa de cómo eran sus piezas. En Barcelona no hay excavaciones de este periodo, por eso es de gran importancia esta excavación. El Servicio de Arqueología del Ayuntamiento de Barcelona, que custodia los materiales extraídos del yacimiento, valora mucho los objetos obtenidos, porque no poseía muchas muestras del siglo XIX en el inventario de material cerámico barcelonés.

Fotos Gustau Nerín

Piezas del yacimiento de la Facultad de Historia de la UB. Foto: Ramón Álvarez.

Un yacimiento que va por largo

Cuando se acabe la campaña arqueológica, los restos del yacimiento se taparán con cuidado, para que no crezca la hierba y para que ni las lluvias ni los vándalos estropeen los restos. Quedarán cubiertos hasta el próximo año, cuando se destaparán para continuar sacando información sobre el pasado del Raval. Hay para años. Con las primeras catas se ha deducido que el yacimiento contiene estratos de diferentes periodos, los más antiguos del siglo XIV. La profundidad del yacimiento es de aproximadamente tres metros. A través de las excavaciones de urgencia que se practicaron cuando se trasladó la facultad a esta zona, se ha deducido que antes de que Tarrés se instalara en ella, ya se extraían arcillas; es decir, es posible que ya hubiera anteriormente actividades de alfareros que trabajaban con materiales locales.

Excavar a cien pasos del aula

Esta es una pequeña excavación en la que trabajan una decena de personas, entre las que se cuentan algunos estudiantes de arqueología de la UB, que excavan a tan solo unos metros de sus aulas. Son estos estudiantes los que mostrarán, los viernes, el yacimiento a la gente del barrio, a la vez que les explicarán en qué consiste la tarea de arqueólogo. Pero además, a esta excavación se incorporan cada semana dos alumnos de bachillerato, con el objetivo de que los jóvenes se puedan acercar profesionalmente a la disciplina y, al mismo tiempo, conozcan su barrio y su entorno. No son los únicos jóvenes que se acercarán a la arqueología. La Universitat de Barcelona, con su proyecto ArqueUB, ha incorporado a un centenar de jóvenes, distribuidos en diferentes yacimientos, para que puedan conocer el pasado aprovechando las vacaciones. Algunos, incluso harán arqueología subacuática.