Han aparecido muchos libros sobre la travesía marítima de los refugiados en los últimos años. Entre ellos hay numerosas novelas. Muchas de ellas bastante previsibles. El archipiélago del Perro, de Philippe Claudel (en castellano en Salamandra, en traducció de José Antonio Soriano, y en catalán en Angle Editorial, en traducción de Jordi Martín) es una novela que tiene una trama basada en el drama de los refugiados, pero que lo aborda desde una perspectiva muy original y permite explorar nuevas dimensiones de este problema. Philippe Claudel, que ya se había mostrado muy preocupado por este tema en una entrevista con Joan Safont en La Llança,  acaba relacionando el drama del Mediterráneo con las oscuridades más insondables del alma humana.

Philippe Claudel (c) Roser Ninot Salamandra

Philippe Claudel. Foto: Roser Ninot. Cedida per Salamandra.

Universo claustrofóbico

Una isla sin nombre en el archipiélago del Perro, un conjunto de pequeñas islas situadas en el Mediterráneo, es el escenario de esta novela. Un lugar dejado de la mano de Dios, donde casi no hay dinero, ni trabajos, ni servicios... Un sitio que espera desesperadamente que llegue el maná del turismo, que los salve de la miseria. Y sobre el que se cierne, amenazadora, la sombra de un volcán que de vez en cuando retumba y advierte a los isleños. Sólo unos centenares de personas viven en este pequeño reducto pesquero, conectado tan sólo con el resto del país por un ferry y por los barcos de pesca. Este microcosmos es utilizado por Claudel para recrear un universo de miserias morales, envidias y tensiones. Todos los males y vicios del universo, los que ya analizaban los clásicos griegos, se pueden encontrar en esta pequeña isla dirigida por un alcalde con actitudes mafiosas. El archipiélago del Perro tiene puntos de thriller, pero Claudel no pretende tanto explicar un caso criminal y resolverlo, como explorar los secretos que esconden los hombres, genéricamente.

Inesperado

Una mañana los que pasean por la playa de la única isla habitada del archipiélago encuentran tres cadáveres, que parecen ser de migrantes ahogados en el Mediterráneo. Este es el principio de un libro basado en hechos que, desdichadamente, continuan sucediendo hoy en día en un mar convertido en cementerio. Pero a partir de aquí los hechos salen del guion. Y los tres cadáveres acaban formando parte de la vida del pueblo. Nada sucede como se podía prever. Los muertos funcionan como el detonante que desencadena todos los conflictos sociales de la isla. Todo lo que tienen de turbio y de miserable los isleños estalla a causa del hallazgo. La isla no volverá a ser la misma a partir del momento en que deciden qué hacer con estos muertos. La putrefacción de la sociedad es mucho más rápida y aguda que la de los cuerpos.

El archipiélago donde vivimos todos

El archipiélago del Perro es una gran metáfora del mundo actual. Más que una novela sobre migrantes, es una novela que a partir del tema de los refugiados se interroga sobre temas que afectan a todos los humanos: la exclusión, la responsabilidad, la culpabilidad, la connivencia, el silencio, la complicidad, la memoria, el perdón, el paso del tiempo... Una novela que nos obliga a preguntarnos sobre quién somos, qué queremos y hasta dónde estamos dispuestos a llegar. Una novela que nos remite al mundo que nos rodea y que, si lo pensamos bien, no es nada tranquilizador. Todos vivimos, en cierta medida, en el archipiélago del Perro. Claudel no pretende dejar a nadie tranquilo y si alguna cosa hace esta novela, es sacudir conciencias.