Una portada maravillosa; eso es lo primero que ves cuando tienes en tus manos Ofert a les mans, el paradís crema (Anagrama), la segunda novela de Pol Guasch. La ilustración de Frédéric Bazille de unos cuerpos esculturales bajo el sol es una premonición de lo que vendrá, un retrato caótico, bello y desolador de la juventud y de las amistades. Guasch intenta transmitir una historia sobre lazos y vínculos en un mundo que colapsa y se desmembra. Lo triste de la historia, a parte de la melancolía que destila la brillante narración, es la veracidad de la misma: en la vida real también estamos en un mundo donde obviamos las catastróficas noticias, son nuestro almuerzo cotidiano que premoniza un futuro finito.

Una de las lecturas que podemos hacer es que solo sentimientos tan puros como la confraternidad o la amistad pueden sobrevivir al colapso. Guasch sabe que la amistad es uno de los temas literarios que se ha considerado menor en las tramas, dando más empaque a los amores románticos o dramas pasionales, aunque últimamente sagas como la de Elena Ferrante o la novela inédita Las amigas de Aurora Venturini han demostrado que es un tema que despierta un gran interés. Ya lo dijo Nerea Pérez de las Heras: “las redes de amigas son fundamentales”, y es que las amistades pueden sobrevivir más allá del amor romántico. Además, las redes afectivas son fuentes de inspiración, son lenguajes únicos, experiencias conjuntas movidas por el goce de compartir. Los dos protagonistas viven una vida intensa y dispar: Rita crece en la montaña y Líton en la ciudad, pero juntos se unen en ese terreno desinteresado de la amistad antigua, pueril, un refugio ante el drama del cambio climático ante un valle en llamas.

2811846ef5868e5bb267392c3b288ee1c7917e24

Los capítulos juegan con la historia y con las posibilidades de los géneros literarios, alterna diálogos, descripciones preciosistas y soliloquios sobrecogedores. El capítulo Incendis son escritos, un monólogo interior de Rita, un autorretrato de su familia, del contexto que le toca vivir y de cómo conoció a Lena y su nombre le atraviesa el habla: Lena, Lena, Lena. Y reflexiona sobre si es amor o si es amistad, y dice su padre que “lo mejor del amor es que se acaba”, por eso ella dice que “lo mejor de la amistad es que es para siempre”. Pero todos sabemos que no es así, y Rita y Líton se distancian y no hago spoiler, pero a veces pasa y hay que relativizar el drama: las amistad se acaban. Y cuando relativizas o aceptas algunas distancias, físicas o mentales, puedes volver a encontrarte desde otro lugar. El lenguaje de la relación cambia, pero no el idioma. Y se produce ese encuentro, y entonces sabes, inconscientemente, que lo único que separa a dos personas es la muerte y solo queda la memoria.

Por compararlo con algo, podría ser la próxima adaptación de Jarmusch con más diálogo o una ensoñación de Kurosawa con una Super 8; pero, para ser honesta, Pol Guasch tiene escuela propia

Cuando murió un amigo de la infancia sepultado por la nieve hace unos años sepultado, hacía muchísimo tiempo que no le veía, pero pude repasar veranos, anécdotas, incluso conversaciones. Es curiosa la memoria, pues lo reviví con insistencia esos días y semanas en conversaciones, quise que no muriera y por eso lo nombraba. Explicar, nombrar, escribir. Líton es ese nombre que no quieres olvidar y por eso cuentas su historia. Y la historia la atraviesan personajes: Lena, Félix, la familia. El desorden de los acontecimientos, la belleza, las metáforas, el lenguaje sensorial es exquisito, se palpa la poesía en toda la novela. Como en Napalm en el corazón (2021), la lectura se vuelve intensa y la escritura del autor es profundamente arrolladora. Este libro podría ser la próxima adaptación de Jarmusch con más diálogo o una ensoñación de Kurosawa con una Super 8. Es por compararlo con algo, pero para ser honesta… Pol Guasch es un poeta/novelista con escuela propia.