“Ni valen excusas ni se reciben condolencias”. Con esta frase campanuda, entre heráldica y castrense, el veteranísimo periodista Miguel Ángel Aguilar (Madrid, 1943) clausuró la Junta Extraordinaria de Socios del semanario Ahora que decidió cerrar el semanario del que es director hasta este 14 de octubre, día en que publicará su número 55 y último. El primero salió el 18 de septiembre de 2015, impreso en formato sábana (el doble de un diario habitual, en plan clásico) y diseño solemne y moderno.

Aguilar y los suyos querían ofrecer “información completa y que invitara a la reflexión” sobre política, economía y cultura “sin concesiones al amarillismo sensacionalista, al chantajismo rentable, a la docilidad mercenaria ni al sectarismo”. Pocos temas y texto largo. Para leer sentado. El Álamo, vamos, pero en periódico. En ese empeño han agotado todos sus recursos: 1,8 millones de euros aportados por 218 socios.

Leyendo a los opinadores de Ahora es difícil resistir la sensación de asistir a un partido de la sección de veteranos de El País enriquecida con algunas glorias de la nobleza progre de los años 80 y 90 del siglo pasado: Joaquín Almunia, Reyes Mate, Julián Campo, Rosa Regàs, Miguel Satrústegui, Diego López Garrido, Juan José Solozábal, Nativel Preciado, Eduardo Mendoza, José María Maravall, Santos Juliá y algunos juveniles del mismo equipo (Ignacio Martínez de Pisón, David Trueba, Jordi Gracia, Ignacio Vidal-Folch, Javier Pérez Andújar…). La Alemania de Beckenbauer tratando de ganar el próximo Mundial. Los rivales te respetan, pero apenas si alcanzas a defenderte.

 

Miguel Ángel Aguilar. Foto: APM

El semanario ha sido la carga de la Brigada de caballería de Pomerania contra el batallón de la 20º de Infantería Motorizada de la Wehrmacht sorprendido en el río Brda. Es muy posible que sea la última iniciativa impresa de España en su género. Una redacción de una veintena de personas, entre ellas una docena de periodistas, editaba una versión digital y otra impresa, que vendía en quiosco unos 5.000 periódicos y sumaba 1.200 suscriptores. Entre una y otra, Ahora ha facturado este año cerca de 180.000 euros en publicidad. No son cifras malas. Son peores.

La vida y la muerte de Ahora dejan al menos tres lecciones, según Aguilar. Primera: hace falta dinero en serio y gastar fuerte en marketing. Además, la tendencia firme a los buenos resultados debe aparecer en un año o poco más. Segunda: es imposible rehuir "los asuntos calientes", como los llama, que conforman las tertulias de teles y radios y las conversaciones de la calle, por muy poco sustanciales que se los considere. Tercera: es preciso aglutinar esfuerzos periodísticos, ahora dispersos en una colección de cabeceras pequeñas que concentran talento, pero centrifugan recursos.

Para el periodista madrileño, el momento es crucial: “Se están volviendo a repartir las cartas políticas y mediáticas”, dice bajando un punto la voz.

Portada del número 39 

Una línea de distinción

“Nosotros nos lanzamos porque estábamos convencidos de que había algo que hacer —cuenta Aguilar—, de que teníamos alguna idea válida para salir de la típica cultura de la queja de los periodistas: que los diarios han degenerado, que respaldan causas discutibles, que están sojuzgados por sus acreedores, que el gobierno los tiene cogidos por... el cuello. Queríamos trabajar en otra línea, con otro propósito”.

La idea que reunió a los promotores es “marcar una línea de distinción”, en los dos sentidos de la palabra. “Por ejemplo, el hecho de salir en papel o en ese formato, que es una declaración de principios. Pensábamos (y yo aún estoy convencido) que el papel es un elemento de lujo y el lujo es el único sector inmune a la crisis”, explica.

La primera causa del cierre “es que nos faltó dinero”, agrega. “El proyecto era de cuatro millones de euros y lo pusimos en marcha con 1,8 millones. Eso nos ha impedido tener pulmón para darnos a conocer”.

El periodista tiene claro que Ahora “estaba bien escrito, bien pintado y ofrecía ángulos y asuntos menos frecuentados, por ejemplo, la cobertura que hemos dado a ciencia e investigación”, pero faltó “entrar en temas periodísticos más... calientes. Los teníamos bien identificados, pero no nos ha dado tiempo a llegar. Otros lo harán”.

En el actual mercado mediático, dice, “hay una dispersión muy fuerte de iniciativas periodísticas. Son necesarias alianzas que permitan actuar de manera más inteligente. Nosotros deberíamos haber trabajado más en componer esas alianzas desde el principio”.

En la profesión “está todo muy confuso”, explica. “Pero empiezan a decantarse algunos colegas valiosos que destacan del tono un poco sumiso y mediocre que impregna todo. Es verdad que todo eso está tiznado del infotainment [información+entretenimiento], de una tendencia muy fuerte a la banalidad, pero hay proyectos que pueden recuperar la profesión”.