Esta primavera está cargada de conjeturas sobre el pasado y el futuro. A sus 86 años, el Oráculo de Omaha (como se conoce a Buffett) hizo su mea culpa por haberse mostrado, dijo, poco perspicaz respecto a la evolución de la tecnología y la denominada economía numérica, motor de la cuarta revolución industrial.

Ante las 40.000 personas que habían ido a escucharle en la junta general de accionistas de Berkshire Hathaway, el célebre inversor, que ha multiplicado por 13.000 las valoraciones del holding, confesó los límites de su estrategia conservadora, basada en los negocios y sectores tradicionales, sin percibir las valiosas pepitas tecnológicas que tenía delante.

"Internet iba a cambiar nuestras vidas. Pero eso no significaba que cada compañía valiera 50.000 millones de dólares"

Gran experto en burbujas, Buffett comentaba que "uno puede meterse en un lío con más facilidad a partir de una premisa verdadera que con una falsa".  Eso ocurrió, explicaba, con el mercado inmobiliario. "El 67% de los americanos querían poseer su propio hogar, y si es así, va a subir de valor. Eso puede llevar a pensar que es una buena idea comprar una casa porque el año que viene costará más. O mejor no sólo una, sino varias. De ese modo, se olvida de la primera premisa", sentenció. Y así vino el crack del inmobiliario y las "subprimes".

En su opinión, con Internet "fue lo mismo. Internet iba a cambiar nuestras vidas. Pero eso no significaba que cada compañía valiera 50.000 millones de dólares". Y era cierto. Fue el crack de las tecnológicas del año 2000.

Pero, ahora el valor en Wall Street de Apple es de 800.000 millones de dólares, una cifra que le está haciendo meditar. Buffett ha reconocido que sobrestimó el potencial de IBM y ahora ha vendido un tercio de sus acciones para subirse al carro del rey del smartphone. Asimismo, ha reconocido que desdeñó Google, cuando sus responsables acudieron a él para su salida a bolsa. Otro tanto, le ha ocurrido con Amazon.

La cuestión no es que él vaya lento, sino que es el tiempo el que ha vuelto a acelerarse

Deprimido, Buffett está rumiando su jubilación al caer en que ha perdido reflejos y tarda en pillar las vetas de la rentabilidad futura. Ese ha sido siempre su oficio. 

La cuestión no es que él vaya lento, sino que es el tiempo el que ha vuelto a acelerarse. Tesla Motors ha prometido un coche autónomo desde este año y eso ha hecho que Ford jubile a Mark Fields, patrón de la compañía desde hace tres años, para poner en su lugar a Jim Hackett, hasta ahora jefe de la división movilidad, desde donde ha definido una nueva estrategia ante las mutaciones del automóvil.

Son la mayor parte de los sectores concernidos por la disruption tecnológica en marcha, que amenaza con sustituir empleos por robots tanto a pie de fábrica como en las oficinas, lo que amenaza con una crisis social.

Bill Gates defiende que los robots deberían compensar fiscalmente los puestos de trabajo que reemplazan, cuya recaudación iría destinada a los colectivos más vulnerables y a la creación de empleos sociales.

La 'disruption' tecnológica en marcha, que amenaza con sustituir empleos por robots, advierte una crisis social

Esta idea no está encontrando eco ni en Europa ni en EE.UU., pese a recibir apoyos marginales. En Alemania, la ministra de Economía, Brigitte Zypries, del SPD, se ha opuesto a aplicar tasas fiscales sobre los robots. "Un impuesto sobre las máquinas o los robots no es algo eficaz. Puede conducir a que las empresas renuncien a las tecnologías innovadoras". Y en cuanto a la fórmula de una "renta universal" para compensar la pérdida de empleos, ella responde: "En ese caso, se plantea la cuestión: ¿quién paga? No he visto aún un cálculo serio. Por tanto, soy escéptica".

En Estados Unidos, la Administración Trump ha presentado un proyecto de presupuestos que suponen un recorte de 3,2 billones de deuda en 10 años, la mayor parte procedentes de ayudas sociales. Ni hay mención a "la renta universal".

Probablemente, hasta que no se extienda la inteligencia artificial, que algunos, como la consultora Roland Berger, sitúan en 2038, la posibilidad de ganar rentas sin trabajar será más bien una hipótesis futurista,  o una idea burbuja, que diría Warren Buffett.