El Ibex ha continuado marcando distancias frente al Eurostoxx cerrando por encima de los 9.300 puntos en una jornada muy becketiana, en que todo el mundo esperaba a la Reserva Federal a sabiendas de que no iba a hacer nada. Ese esperar, con la única finalidad de buscarse una ocupación, tan sólo fue cuestionada por algún banco francés que advirtió sobre el riesgo de la amenaza de un posicionamiento de halcón por parte del equipo de Janet Yellen. En el entretanto, los resultados mostrados por Aena, Santander, Iberdrola o Red Eléctrica mostraron algo hasta cierto punto sorprendente: la economía española se ha resentido por la incertidumbre, pero mucho menos de lo esperado. Aquí la certidumbre sigue pesando más que la incertidumbre.

Como la Fed guarda silencio hasta las ocho de la tarde, se han comentado las declaraciones de Mario Draghi a un diario alemán referido a los problemas de los ahorradores, a quienes no les pagan lo suyo. "Les comprendo" dijo. Aunque defendió los bajos tipos de interés por la baja inflación. Y es que Draghi, como los jubilados, tiene un problema, que mañana se reproducirá con el Banco de Japón, en el que no confían ya los japoneses. 

Para completar la nómina de sufridores habría que mencionar a Telepizza, que tuvo un retorno al mercado francamente mejorable. Se  pegó un morrazo de primera. Sus directivos hablaron de que a la compañía trabaja "a largo plazo", aunque no sea bueno tardar tanto tiempo para hacer una pizza, y menos en días de fútbol. Pero en fin, para triunfar en el largo plazo es recomendable fijar un precio de salida que corresponda con la demanda de los inversores y no subirse corriendo a la moto. En todos los sentidos, lo mejor es atenerse a la realidad, y a los semáforos.