Wall Street ha subido un 0,33% en la apertura, con el Dow Jones en 18.390 puntos, pese a sufrir en la madrugada un retroceso casi un 3% en los futuros. Donald Trump no es el demonio, y menos si se negocia con él. Y aún menos cuando el mercado sabe que debe evitar reacciones pasionales tras sufrir decepciones. 

Trump no era el candidato de las bolsas, pero su discurso conciliador y la perspectiva de que la Reserva Federal no va a subir los tipos de interés en diciembre (un 50% de posibilidades frente a los 85% de antes) han suavizado las reacciones.

Todo ha ido en esa dirección. La Organización Mundial del Comercio se ha mostrado lista para trabajar con Trump. El acuerdo comercial entre Europa y EEUU entrará "en una pausa natural", dijo Bruselas. Todo parecían escenas de "El americano impasible".

Al Ibex le ha ido peor por la exposición del BBVA a México, aun cuando el peso se ha recuperado parcialmente del batacazo de la madrugada.

El BCE ha dicho que es pronto para valorar si la victoria de Trump requiere alguna medida de apoyo y Luis de Guindos ha mostrado su confianza en que EE.UU. no eleve su proteccionismo. Todo eran paños calientes. Europa va a pagar por su protección militar, no por otra cosa. Diferente es saber quién va a realizar las obras de infraestructura en América. Pero eso hoy no toca. 

Tan dulce era el ambiente que el oro bajó un 0,07%, hasta 1.281,40 dólares. La guerra se ha evitado y las bolsas aplauden porque no quieren convertirse en el chivo expiatorio del malestar de la clase media blanca americana.