Haciendo honor a su proverbial fama, la jornada terminó mal para el Ibex, según los cánones y el cumplimiento de las costumbres. Pero no sólo fue aquí donde la gente empieza a temer una ola de frío, sino que el pesimismo es general, conforme ha revelado la encuesta a gestores de carteras que realiza el Bank of America Merrill Lynch. La preferencia por la liquidez ha pegado un salto significativo.

La Reserva Federal se está mostrando complaciente, pero tras la primera reacción pavloviana alcista del mercado, se ha abierto una ventana cargada de sospechas sobre la eficacia real de esa medicina llamada bajos tipos de interés. El crecimiento decepciona. Hoy Italia ha rebajado su previsión del PIB para este año por debajo del 1%, y el 2017, ha dicho, será peor. El BCE ya rebajó las expectativas sobre el conjunto de Europa. Y en EEUU, la salud de Hillary Clinton (la favorita de Wall Street) genera tantas preguntas como el potencial de la economía americana.

La corrección que está sufriendo el petróleo, con el Texas cediendo un 1,94%, hasta 45,39 dólares, y el Brent en 47,62 dólares, no es sólo debido a una sobrecapacidad de la industria, como reconoce la OPEP, sino también a una menor demanda global, como indica la AIE. No hace falta tanta gasolina cuando se va a correr tan poco.

En el Ibex, el único valor que evolucionó bien fue Acerinox a causa de las trabas impuestas al dumping chino en las exportaciones de acero inoxidable. Ahora el proteccionismo (aunque no sea exactamente el caso) cotiza al alza, como el oro, que ha subido a 1.327,4 dólares al aumentar el riesgo. Lo que toca  ahora es no enfriarse.