El Ibex ha dejado atrás los 9.000 puntos, al igual que un tiburón escapa de una bandada de boquerones, con facilidad, deportivamente, empujado por mareas favorables. Pero, al mismo tiempo, una burbuja de aire ha penetrado en el interior del escualo. ¿Y si la fortaleza de la economía americana no es tan fuerte como la pintan?

El petróleo está subiendo, aproximándose a los 50 dólares por barril toda vez que los inventarios americanos retroceden y, por tanto, la oferta se reduce.

En Europa, con el IFO, que da cuenta de la confianza empresarial alemana, situándose en  en 107,7 puntos en mayo, frente al 106,7 previo, ha ayudado a aumentar el nivel de la confianza global y el de la zona euro. Que la cuestión griega parezca encauzada también ha ayudado.

Pero quedaba Wall Street. Y al igual que ayer el alza espectacular de las ventas de viviendas en EEUU -un 16% más- encendió todas las luces verdes, hoy la encuesta de gestores de compras (PMI) del sector servicios (motor de la economía americana y del empleo) mostró un descenso hasta 51,2 frente al 52,1 anterior y el 53,1 esperado. Cualquier resultado por encima de 50 es positivo, pero como ha indicado la firma Markit, autora de la encuesta, "el deterioro de los datos desinfla las esperanzas de que la economía rebotará" en el segundo trimestre. El crecimiento será más bien del 0,7% anualizado. Esto es, la economía americana está lejos de haber alcanzado la velocidad de escape.

En el Ibex subieron los bancos, destacando Caixabank, mientras fuentes del BCE reducían las expectativas de compras de bonos de empresas en junio para evitar controversias. En la mejoría se abren las controversias.