El empleo americano ha subido en 235.000 nuevos puestos de trabajo en febrero, el mayor avance en diez años, con progresos salariales incluidos. Esta cifra ha sido interpretada por el mercado como el dato que completa la espectacular fase alcista que ha venido con la nueva presidencia de Donald Trump, momento en el cual un sector del mercado ha decidido tomar beneficios.

El Dow Jones ha arrancado subiendo un 0,32%, pero luego ha ido aflojando la marcha a medida que ha vislumbrado la posible reacción de la Reserva Federal, no en la próxima semana donde hay un 100% de posibilidades que suba tipos, sino más adelante. Hay miedo de que los mercados hayan apostado demasiado fuerte por la expansión.

En Europa, hasta cierto punto, pasa algo parecido. Los inversores han aplaudido a Draghi y a las perspectivas que ha abierto a los mercados bursátiles, pero la coyuntura  política, especialmente en Francia, no permite demasiadas alegrías. Credit Suisse ha advertido que una victoria Marine Le Pen es el mayor riesgo para la zona.

No obstante, en el Ibex, Caixabank, Sabadell, Bankia, BBVA o Santander han avanzado todo el trecho transitable. Repsol, y su descubrimiento en Alaska, ha sido la noticia en los parquets. El euro ha subido a 1,0657 dólares, pero el alza de los tipos de interés a largo plazo representan una advertencia.

Además, los datos económicos en Europa se han movido en la parte baja de sus rangos tanto en las ventas minoristas en España como en la balanza de pagos alemana. A ello se ha sumado que  el banco italiano Monte dei Paschi ha puesto en venta créditos dudosos con descuentos muy profundos. Estos movimientos puntuales abren brecha a una inseguridad que va más allá de las evoluciones macroeconómicas.