El gatillazo que ha pegado hoy EEUU es histórico. Europa dejó prácticamente en suspenso desde la mañana la cotización de la evolución del sector de servicios de la zona euro a la espera de la apertura de Wall Street, que iba a poner precio a los datos de empleo americano en mayo, que informarían de la creación de 160.000 puestos de trabajo, según las previsiones.

El chasco fue morrocotudo cuando salió que el empleo creado se había reducido a 38.000, la cuarta parte de lo esperado. Y este dato estaba relacionado a gran escala con la evolución de la economía americana, de la que el libro Beige de la Reserva Federal había dado señales optimistas. 

Por si faltara algo, el ISM de servicios se situó en 52,9 puntos frente a los 55 esperados. Y el déficit comercial made in USA aumentó un 5,3%, con una balanza comercial mostrando en mayo un déficit de 37.400 millones. El cuadro general se emborronaba de una manera inquietante. Y es que cuando no hay inversión pasa como cuando en una pareja no hay amor, la cosa no tira.

Encima, el reducido crecimiento del empleo fue acompañado de un aumento de los salarios que dificulta la creación de nuevos puestos de trabajo.

Así las cosas, la Reserva Federal se va a encontrar en graves problemas para subir los tipos de interés en junio o julio, algo que había sido bien recibido en la confianza de que la economía despegaba. Pero ahora vuelven las viejas dudas, haciendo más difícil la vida al resto de la bolsas. El Ibex, que arrancó con ganas, perdió los 9.000 puntos y el Eurostoxx se jugaba la cuota de los 3.000 puntos. Junio no ha arrancado bien.