Es difícil, pero a veces se logra: que un anuncio de alza de los tipos de interés acabe en final feliz. Nadie sabe si vamos al crecimiento, pero cuando menos sí a la relajación. El Ibex sube al cierre cerca de un 1%, algo más el Eurostoxx 50, y el S&P se acomoda de momento en las nubes.

Quizá el punto jardín se ha logrado gracias al G-7 que se celebra simultáneamente en Japón, donde el discurso que ha cuajado es que las turbulencias en los mercados de divisas son negativas, razón por lo que hay que evitar las fluctuaciones bruscas y, por ende, que todo aquello que suponga mantener la estabilidad es extremadamente importante. O sea, que la Reserva federal puede hacer lo que juzgue conveniente a favor de la economía americana aun cuando un alza de los tipos de interés empuje al alza al dólar. Japón aceptó a medias la conclusión, pero, al menos, ya intervendrá el Gobierno para frenar al yen.

Con esas premisas, se leyeron en diagonal datos como que la venta en EEUU de viviendas de segunda mano fue en marzo de 27.300 frente a las 19.600 del mes anterior, o que el Brent mantuviera precios o que el euro siga cotizando a 1,12 dólares. Pecata minuta. 

Repsol fue la única capaz de arrojar una piedra en el estanque al abogar por el fin de la OPEP y su excesiva intervención en el proceso de producción de crudo.

Los futuros han acompañado a esta jornada plácida, si bien la encuesta realizada entre gestores globales de BoA Merrill Lynch advierte de una retirada progresiva de los flujos de inversión hacia Europa. Va a ser necesario que la candidatura de Donald Trump se aprecie más contundente para empezar a espabilar. Porque si no, feliz primavera.