Otro día primaveral para el Ibex, que se va acercando a los 9.000 puntos, mientras el Eurostoxx ha celebrado que los inversores alemanes piensen el futuro a medio plazo positivamente. En esas tesituras, los avatares del petróleo perdieron tirón.

Ha habido hoy dos fogonazos sobre cómo van las cosas. El ZEW alemán es un indicador mayor, máxime cuando se sobrepuso a la previsión pesimista del Bundesbank, mostrando 6,9 puntos arriba en la confianza, hasta 11,2 puntos, de los financieros germanos, basándose en la mejora de los últimos datos positivos de China. Se los creen. Expertos señalan que Pekín prefiere la ortodoxia alemana a la americana.

El segundo fogonazo ha partido de Wall Street, donde el dato de una caída del 8,8% en marzo de las viviendas nuevas ha llevado al Bank of America a reducir su previsión de crecimiento en EE.UU. durante 2016 al 0%.

Hasta ahí llegan las fronteras de la verdad, el resto es bolsa, donde los datos malos de empresas se cotizan al alza porque los retrocesos en beneficios se compensan al superar las cifras que ofrecen las compañías a las previsiones. Hoy en día, lo nuevo no es que se adelanten las hipótesis a la realidad, que es lo propio de la bolsa, sino que la suplanten.

El petróleo subió hasta 43,46 dólares, frente a 43,23 a la apertura, mientras la prima de riesgo ha vuelto a subir al señalar el Gobierno que la previsión del déficit en 2016 ascenderá al 3,6%. Todo es confusión porque la Comisión Europea se muestra dispuesta a mayor permisividad respecto a los números rojos públicos, siempre que sean razonables.

Ante tanta incertidumbre, el oro ha subido un 1,70% y ha cerrado a 1,255,40 dólares la onza. Las viejas reliquias keynesianas tienen vida post mortem a la vista de la confusión que reina entre los vivos.