La leche de vaca y sus derivados han estado muy presentes en nuestra dieta diaria a lo largo de nuestra historia. Sin embargo, en los últimos años, este hecho tan familiar para todos se ha visto cuestionado en cuanto a los beneficios reales que tiene este alimento en nuestra salud.

"En Estados Unidos recomiendan 3 raciones (237 ml) de leche o derivados (quesos, yogures, mantequilla) al día desde los 9 años alegando la importancia de este alimento en el aporte de calcio diario necesario en nuestra dieta y en la reducción del riesgo de fracturas óseas", apunta Catalina Garcia, enfermera del servicio de cardiología del Hospital Quirónsalud Barcelona. Sin embargo, hoy, el beneficio en la salud de este alimento no ha sido demostrado y han surgido estudios sobre el riesgo de posibles efectos adversos por su elevado consumo.

The New England Journal of Medicine, publicó en 2020 Milk and Health, una revisión de varios estudios relacionados con este alimento y varios prevalentes problemas de salud, para intentar proyectar algo de luz sobre los beneficios o riesgos que puede provocar el consumo de la leche y derivados que nos acompañan día a día.

Leche y libros   Unsplash

¿Cómo afecta el consumo de leche a nuestra salud cardiovascular según el estudio?

"En la hipertensión arterial no existe evidencia que relacione directamente el alto o bajo consumo de leche y derivados (normales o desnatados) con una mejora de la tensión. Sin embargo, en las personas que siguen una dieta reducida en sal y en grasas saturadas y ricas en vegetales y frutas (dieta recomendada a pacientes con patologías cardiacas), sí que se observa una disminución de la tensión, pero no se puede atribuir exclusivamente al consumo de leche desnatada (con menos cantidad de grasas saturadas)", explica Garcia.

De igual forma ocurre con el aumento de lípidos o colesterol relacionado con el consumo de la leche, la relación no está demostrada. A pesar de este hecho, el consumo de leche y derivados desnatados serán los recomendados, ya que las grasas lácteas contienen mayor porcentaje de grasas saturadas, que pueden incrementar el colesterol LDL (el considerado ‘malo’). Sin embargo, a pesar de que el colesterol LDL es un factor de riesgo para la enfermedad coronaria, no existe una asociación clara entre el consumo de leche o derivados, ya sean enteros o desnatados, y el aumento de la incidencia de la enfermedad coronaria o la mortalidad por dicha causa.

De los estudios se concluye que aunque la leche tiene su importancia en el momento del crecimiento durante la infancia o en la dieta de sociedades con menor calidad nutricional (normalmente países en vías de desarrollo), no se ha demostrado que un consumo diario de 3 raciones tenga ningún beneficio sobre la salud en la persona adulta, y sí se ha comprobado que un alto consumo de leche y derivados, enteros o desnatados, puede estar relacionado con algunos tipos de cáncer o, paradójicamente, con el incremento del riesgo de fracturas óseas.

Por lo tanto, la recomendación del consumo de 3 raciones de leche no se justifica en las sociedades más desarrolladas, el consumo de estos alimentos dependerá de la calidad de la dieta de cada persona, ya que los nutrientes que se encuentran en los lácteos de vaca que más perjudica su carencia (calcio y vitamina D) pueden encontrarse en otros alimentos (brócoli, frutos secos, tofu, kale) o en suplementos vitamínicos, aunque no se recomienda que se consuman más de 2 raciones al día.