Todos hemos escuchado durante años que lo ideal es hacer un desayuno copioso, una comida sin excesos y una cena ligera, para poder quemar mejor las calorías que ingerimos durante el día.

Sin embargo, un reciente estudio dirigido por Alexandra Johnstone, experta en el campo del control de apetito del Instituto Rowett de la Universidad de Aberdeen (Escocia), ha revelado que no varía en función de que una persona realice su comida principal temprano o tarde a lo largo del día. El trabajo ha sido publicado en Cell Metabolism.

Eso sí, las personas objeto del referido estudio que habían llevado a cabo la comida más copiosa por la mañana, reconocieron sentirse menos hambrientas a lo largo del día.

El estudio

Los expertos congregaron para su investigación a 16 hombres y 14 mujeres, todos ellos sanos pero que tenían sobrepeso u obesidad. La intención del estudio era controlar sus dietas y llevar a cabo una medición de su metabolismo durante un tiempo.

A cada voluntario se le asignó por sorteo entrar a formar parte del grupo de los que tenían una dieta más abundante por la mañana o por la noche durante cuatro semanas. El mix de proteínas, grasas y carbohidratos se pensó para que no predominara ninguno sobre los demás. Y tras una semana en la que los participantes llevaron exactamente la misma dieta, se les cambió a todos, de manera que la mitad de ellos fuera al grupo de los que ingerían más por la mañana y la otra mitad, a los que lo hacían por la tarde.

A lo largo del estudio, los gastos energéticos diarios totales de los sujetos se midieron utilizando una técnica basada en isótopos que analiza la diferencia entre las tasas de renovación del hidrógeno y el oxígeno del agua corporal en función de la producción de dióxido de carbono. El criterio principal de valoración del estudio fue el balance energético medido por el peso corporal.

Mujer comiendo / Unsplash
Mujer comiendo / Unsplash

Los resultados

En general, los investigadores encontraron que los gastos de energía y la pérdida total de peso fueron los mismos para las dietas más abundantes por la mañana y por la noche. Los participantes perdieron un promedio de poco más de 3 kg con cada una de las dietas durante cuatro semanas.

Sin embargo, los participantes informaron que sus apetitos estaban mejor controlados los días que comían un desayuno más abundante ya que se sentían saciados durante el resto del día. Según los expertos, esta clase de experimento podría aplicarse al estudio del ayuno intermitente, para ayudar a determinar el mejor momento del día para que las personas que siguen este tipo de dieta consuman sus calorías.

Según Alexandra Johnstone, “una cosa que es importante tener en cuenta es que, en lo que respecta al momento y la dieta, es probable que no haya una dieta que se adapte a todos. Resolver este asunto será el futuro de los estudios de dieta, pero es algo muy difícil de medir”.