Puedes saber mucho de una persona estudiando sus dientes. Y lo que dicen de nosotros no es bueno. Es común tener varias caries al año, dientes superpuestos, necesidad de hacerse ortodoncias, sacarse las muelas del juicio… pero que sea común, no quiere decir que sea normal.

Nuestra boca es el primer punto de contacto de la comida con nuestro sistema digestivo. Si los dientes tienen problemas, es probable que todo lo que viene detrás también los tenga.

Los dientes fosilizan bien, por lo que son claves para entender nuestra historia. ¿Cómo sabe un antropólogo si un cráneo pertenecía a un cazador-recolector o a un agricultor? Fácil. Mira los dientes. La incidencia de caries y enfermedades dentales en poblaciones cazadoras-recolectoras es mucho menor que en sociedades eminentemente agrarias. La mayoría de cráneos del paleolítico tenían arcos dentales bien formados, dientes rectos, espacio para las muelas del juicio… Avancemos unos cuantos miles de años y la situación cambia radicalmente.

La vida moderna y su efecto en nuestros dientes

Como el resto de nuestro cuerpo, los dientes están adaptados a un entorno que ya no existe. Esto se traduce en múltiples problemas para nuestra salud dental.

Los dientes están adaptados a un entorno que ya no existe

Caries

Al contrario que las proteínas y las grasas, los carbohidratos empiezan a descomponerse en la boca, gracias a la enzima amilasa. Este proceso libera azúcares sencillos, de los que a su vez se alimentan bacterias como el Streptococcus mutans. El festín de estas bacterias produce ácido como resultado, que corroe el esmalte y termina produciendo caries. Una primera conclusión es que sin carbohidrato para fermentar, no hay caries.

No estoy proponiendo eliminar los carbohidratos para mejorar tu salud dental, pero si estimas tus dientes, mejor elige los adecuados. Por otra parte, la alimentación influye también en la fortaleza de los dientes, como veremos más adelante.

dientes
Dientes

Mala oclusión dental

La mordida debería ser perfecta sin necesidad de ponernos alambres en la boca para corregirla. Nuestra mandíbula debería ser suficientemente grande para que crezcan las muelas del juicio sin desplazar al resto de dientes. Y sin embargo, los dentistas ganan mucho dinero arreglando este tipo de desperfectos.

La cosa empieza a torcerse (al igual que nuestros dientes), desde el principio. Sabemos que la leche materna es el mejor alimento para el bebé. Pero en esta etapa formativa de la vida, es tan importante el alimento en sí como la forma de recibirlo. Facilitarle la vida al bebé (y a la madre) tiene un precio.

Chupar la leche de un biberón requiere menos esfuerzo que hacerlo del pezón, pero como dicen, «el camino fácil no suele llevar a buen destino«, y en este caso el destino es una mandíbula débil y pequeña. Esta baja exigencia sobre la mandíbula, sumado a una alimentación generalmente baja en nutrientes de calidad, contribuye a una mandíbula pequeña donde la única forma en la que quepan los dientes es arrancando algunos de ellos.