Con los niños pequeños en edad escolar, lo normal es estar cada cierto tiempo con algún tipo de virus o infección por la que tengan que estar algunos días convalecientes: resfriados, faringitis, gastroenteritis, fiebre… El sistema inmunológico de los niños tarda en madurar hasta por lo menos los ocho años, por lo que son más susceptibles de sufrir este tipo de enfermedades en la guardería o el colegio.

Siempre que se detecte cualquier síntoma hay que acudir al médico para que valore el estado de salud del niño y prescriba el tratamiento adecuado, pero desde casa se pueden tomar una serie de medidas para contribuir a su curación o para atenuar los síntomas. En este sentido, la nutrición tiene un papel importante a la hora de que los niños se mantengan hidratados y correctamente alimentados, así como para acelerar su recuperación. Estos son algunos consejos de alimentación para las enfermedades y trastornos más comunes.

Fiebre y malestar

En ocasiones, los niños pueden contraer infecciones de origen indeterminado que les provoque síntomas de malestar general y fiebre. En estos casos, generalmente pierden el apetito, así que hay que proporcionarles alimentos que toleren bien, les gusten y que sean fáciles de digerir. 

Una gran prioridad en los niños, especialmente en los más pequeños, es la hidratación, por lo que alimentos como las frutas o las verduras con un alto contenido en agua son muy adecuadas.  Las comidas pequeñas y frecuentes generalmente son más fáciles para el sistema digestivo que las más grandes. Es mejor hacer seis comidas pequeñas al día cada tres o cuatro horas en lugar tres más grandes.

Tomando la temperatura a un niña enferma / Unsplash
Tomando la temperatura a un niña enferma / Unsplash

Vómitos o diarreas

La diarrea y los vómitos procedentes de virus estomacales son las causas más comunes de deshidratación en los niños, por lo que es fundamental mantenerlos hidratados y reponer los líquidos perdidos. Se deben evitar los alimentos ricos en grasa y las bebidas azucaradas, porque pueden empeorar los síntomas. Es mejor hacer comidas más pequeñas o zumos ricos en nutrientes y fáciles de digerir.

Un alimento muy adecuado en estas circunstancias es el plátano que no esté demasiado maduro, porque es rico en potasio, almidón resistente y pectina, una fibra prebiótica que ayuda a mejorar la digestión.  Las semillas de chía ayudan a minimizar la diarrea, porque aumentan el volumen de las heces y mejoran su consistencia. Se pueden batir junto con un yogur o kéfir con probióticos y el plátano y hacer un batido.

Resfriado común y gripe

Cuando llega el invierno, lo más normal es que los niños contraigan resfriados y gripes. En estos casos se deben proporcionar alimentos ricos en vitaminas. Por ejemplo, las fresas, que tienen un alto contenido en vitamina C. Las altas dosis de vitamina C se asocian con una mejor salud inmunológica. Además, son ricas en potasio, folato, fibra y antioxidantes activos clave como polifenoles y flavonoides, todos conocidos por sus propiedades para combatir enfermedades.

Los huevos son fuentes de vitamina D y zinc, dos nutrientes esenciales para la mejora del sistema inmunitario, como recoge este estudio realizado en Canadá. La sandía, que tiene alrededor del 91 % de agua en su composición, es ideal para ayudar a los niños a reponer líquidos o para ayudar a las personas con fiebre. Por último, las patatas al horno o en puré son suaves y fáciles de digerir y tienen más calorías que la mayoría de las otras opciones en esta lista, lo cual es importante para ayudar a su hijo a mantener su energía.