Son muchas las personas que deciden cambiar su estilo de alimentación, bien por salud o bien por estética. Un gran número de ellas se encuentran en la tesitura de que no pueden reducir la cantidad de alimentos que consumen ya que presentan ansiedad ante la comida, ya no solo en la forma de comer sino en la cantidad y calidad.

¿Porqué sentimos ansiedad por la comida?

Una gran cantidad de productos, como las barritas de cereales, sustitutos de comidas, etc. tienen un porcentaje de hidratos de carbono que se consumen rápido en nuestro cuerpo, por lo que nos sacian al tomarlos pero enseguida necesitamos consumir más y ello despierta las ganas de comer. Esto sucede porque nutricionalmente tomamos productos que están vacíos, por tanto no sacian a nuestro organismo y acaba pidiéndonos más para cubrir esas necesidades. 

Al no consumir un porcentaje adecuado de proteína y grasas saludables, y basar nuestra alimentación en carbohidratos principalmente, nuestra digestión se hace muy rápido, la glucosa pasa rápidamente a la sangre, nuestro estómago se vacía muy rápido y el hambre se despierta de nuevo. Consumiendo proteína y grasa conseguimos que nuestra digestión sea más lenta en general, incluso si hemos comido también carbohidratos, y nos da una sensación de saciedad.

Muchas personas deciden cambiar su estilo de alimentación

Ansiedad por la comida
Ansiedad por la comida

¿Cómo evitar comer a todas horas y reducir o eliminar la ansiedad por la comida?

Nuestro organismo está diseñado para conseguir energía de la glucosa y de la grasa. Sin embargo, en la actualidad, con el bajo consumo en grasas saludables y con el alto consumo de carbohidratos, nos hemos acostumbrado a extraer la energía únicamente de la glucosa. Ésto no significa que no podamos conseguir que nuestro extraiga de nuevo la energía de la grasa, pero sí conlleva un cambio importante en nuestro estilo de alimentación.

No tenemos porqué eliminar los carbohidratos de nuestra alimentación. Debemos reducirlos y consumir aquellos que son más beneficiosos como el caso de los tubérculos. El equilibrio entre las necesidades nutricionales de nuestro organismo es fundamental.

Sin embargo, al inicio, es beneficioso seguir una dieta baja en carbohidratos para que nuestro organismo busque otras fuentes de energía. Esto significa que debemos consumir fuentes de grasas saludables como por ejemplo aceite de oliva virgen extra, aguacate o productos animales de calidad. Si reducimos los carbohidratos y consumimos alimentos bajos en grasas no conseguiremos nada.

Una vez nuestro metabolismo se flexibiliza, es decir que puede extraer energía tanto de la glucosa como de la grasa, podemos volver a introducir los carbohidratos. Eso si, sin convertirlos en la base de nuestra alimentación y consumiéndolos por la noche ya que nos ayudarán con la liberación de serotonina, con lo que descansaremos mejor.

Al comer bajo en carbohidratos, la glucosa sube poco y por tanto nuestro organismo genera poca insulina y enseguida nivela la glucosa. Cuando ya ha pasado un par de horas desde que comimos y la glucosa ha bajado, nuestro organismo cambiará para extraer la energía de la grasa. Por tanto nuestro cerebro no mandará la señal de que necesitamos comer para obtener más energía. Así las comidas se espaciarán sin apenas percartarnos porque las necesidades de nuestro organismo estarán cubiertas.