La estación de Vilanova-Bifurcació, donde se ha originado el incendio que ha provocado el caos en la circulación ferroviaria barcelonesa, es una más de las muchas estaciones fantasmas que hay en Barcelona, restos de grandes proyectos frustrados, o de cambios en el diseño de la red del transporte público. Muchas permanecen tapiadas. En realidad, la estación de Vilanova-Bifurcació se construyó en los años setenta, para sustituir a la Estació del Nord y nunca llegó a estar en funcionamiento. Todavía se conserva uno de sus andenes.

El metro de ayer

Las estaciones fantasma más conocidas son las que están situadas bajo la Via Laietana: la de Correus, que funcionó hasta 1972, y que todavía conserva los carteles electorales de aquella época, y una sin nombre que nunca llegó a funcionar, situada entre Urquinaona y Jaume I.
Pero las estaciones de la Via Laietana no son las únicas. La línea 3 tiene dos, una de ellas, Ferran, situada entre Liceu y Drassanes, que hace muchas décadas que está cerrada, y la otra, Travessera, entre Fontana y Diagonal, que nunca llegó a ponerse en funcionamiento. La línea 1 tiene dos estaciones abandonadas en la zona de Bordeta, y algunos espacios vacíos en estaciones reestructuradas, como Universitat. Y la línea 5 incorpora, en sus túneles, bien cerca de la Sagrada Família, la estación de Gaudí, que no figura en los planos de la red de Transportes Metropolitanos de Barcelona. Esta instalación, que nunca se llegó a usar, incluso tiene escaleras mecánicas.

Los vestigios de RENFE y de los Ferrocarriles

RENFE mantiene, en la ciudad y en sus alrededores, múltiples apartaderos fuera de servicio. Los apartaderos sirven para depositar temporalmente los convoyes sobrantes, y se han visto con frecuencia afectados por las reestructuraciones. El hecho de que muchas líneas atraviesen Barcelona y que no tengan su sitio en la ciudad, ha reducido la necesidad de apartaderos cerca del núcleo urbano y ha hecho que se dejaran algunos abandonados.

Y los Ferrocarrils de la Generalitat mantienen abandonada, en el corazón de la ciudad, bajo la calle Pelai, la Avenida de la Luz, la que había sido una de las galerías comerciales con más encanto de Barcelona. La Avenida de la Luz se cerró en 1990 después de una larga crisis, que la convirtió en un espacio en plena decadencia. Una buena parte de la estructura permanece actualmente tapiada.