Este mes de agosto se tenía que iniciar las obras para sacar el amianto que se encuentra en los tejados de cinco naves en el barrio de La Sagrera, ubicadas entre los números 29 y 31 de la calle Costa Rica, tal como resolvió el ayuntamiento de Barcelona en un pleno municipal en enero. Una decisión que vieron con buenos ojos los vecinos de la zona que estaban preocupados por las repercusiones nocivas de este producto contaminante, que es cancerígeno. Ahora bien, a pesar de las buenas noticias todo se ha ido complicando en un camino que tenía que ser de flores y rosas.

Primero de todo, familias sin recursos habitaron la mayoría de las naves, que también se tenían que derribar. Por eso, ante el temor de más ocupaciones, la empresa de demolición inició, sin aviso previo, las obras el pasado jueves, pero que ha tenido que parar porque no tienen los permisos para llevarlas a cabo hasta el 1 de agosto. Todo esto, ha provocado que el amianto "esté al descubierto" y "sin ninguna medida de protección", según explica a ElNacional.cat Susana, una de las vecinas afectadas.

Preocupación vecinal

El temor de los vecinos, pero no es de ahora, sino que viene de lejos. En concreto, las cinco naves están situadas justo en medio de una isla de casas, por lo cual están rodeadas de edificios y tienen dos escuelas en frente. Hasta ahora había una iglesia evangélica, una sala de fiestas y oficinas. "Cuando había goteras manipulaban los tejados" sin ser conscientes de los perjuicios del amianto, relata Susana.

Por eso, respiraron con una cierta tranquilidad cuando supieron que las naves irían abajo, junto con los tejados con amianto. En concreto, el ayuntamiento determinó que las obras tuvieran lugar del 1 de agosto al 7 de septiembre, que es cuando puede haber un menor impacto para la población, ya que las escuelas están cerradas y la mayoría de la gente hace vacaciones.

Un tejado manipulado nave de La Sagrera /Uno de los tejados manipulados por los operaris de la empresa de demolición / Cedida por los vecinos

Pero pocos días antes del confinamiento, en el mes de marzo, hubo un cambio de guion en esta pesadilla para los vecinos: varias familias ocuparon varias naves. Susana estima que hay unas diez personas a la vez que relata que ve a muchos niños jugando e, incluso, vive una mujer embarazada.

Con este situación, la empresa propietaria no puede iniciar las obras hasta que se realoje a los habitantes de las naves en otro lugar. Por este motivo, detalla Susana, la propietaria ha empezado a mover los permisos pertinentes para que se traslade los ocupas en otro sitio. Eso lo sabe porque le explicó una persona que trabaja en la empresa de demolición el pasado miércoles.

Obras por parte de la propietaria

"Me vinieron a ver en el trabajo", relata la vecina que añade que le preguntaron si sabían cómo tenían que actuar ante esta situación. Susana le indicó que se tenían que esperar a que se encontrara otro domicilio para estas personas y se ofreció para conctactar con la administración con las peticiones de la compañía, por lo cual le pidió a la representante de la empresa que le enviase un correo electrónico con la información. "Todavía espero el mail", manifiesta dolida Susana.

En lugar de eso, al día siguiente a las 08:50 oyeron unos golpes muy fuertes y vieron a operarios manipulando el amianto sin ningún tipo de protección para los vecinos. Narra que los trabajadores sí que iban muy bien protegidos, pero que no se siguieron los protocolos adecuados para evitar la posible contaminación ambiental o de la zona.

Susana se mostró comprensiva con la empresa propietaria porque entiende que se ha gastado dinero con unas obras que ahora se tienen que retrasar, pero cree que no se puede actuar así. "Tiene que haber una protección", manifiesta.

Ante esta situación, avisaron a la Guardia Urbana que paró las obras, ya que no se podían iniciar hasta el 1 de agosto. Ahora, enfatiza a la vecina, el amianto de los tejados ha quedado al descubierto y no se ha adoptado ninguna medida para protegerlo o evitar que pueda tener repercusiones a las personas que habitan las naves, pero también a la zona o los niños de la escuela.

Naves de La SagreraEl patín de una casa finaliza uno de los tejados con amianto / cedida por los vecinos

En el caso de los vecinos, la recomendación es que cierren tanto las puertas como las ventanas para que no entren partículas de este producto, pero eso tampoco es ninguna garantía. "El otro día desde mi ventana cerrada, vi a dos niños jugando muy cerca del amianto", matiza a la vecina.

Producto muy contaminante

Precisamente, la semana pasada la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) pidió al ministro de Sanidad, Salvador Illa, que elabore un proyecto de ley integral sobre el amianto para poner punto final a la presencia de este producto en el estado español, según recoge en un comunicado.

Según datos de esta entidad, en torno a 88.000 personas mueren anualmente por la exposición al amianto en Europa, lo que representa entre el 55-85% de las muertes de cáncer de pulmón en el trabajo. Asimismo, en el caso de España se estima que podría costar la vida de unos 130.000 individuos antes del 2050 por el contacto con este producto.

En este contexto, el amianto puede desencadenar enfermedades como placas, fibrosis y derrame|vertido pleural, atelectasia redonda, asbestosis, cáncer de pulmón, mesotelioma de la pleura y del peritoneo, cáncer de laringe y de ovario. El problema, explica esta entidad, es que desde que una persona entra en contacto con este producto hasta que le aparecen los efectos secundarios puede pasar un periodo de entre veinte y cuarenta años.

El amianto, un conglomerado de seis minerales, es un producto resitent a la vez que flexible, unas características que propiciaron que se empleara asiduamente en el siglo XX. Al detalle, se calcula que en España se utilizaron en torno a 2,4 millones de toneladas de amianto tanto en la industria de fibrocemento como en la construcción de España. En el caso concreto de Barcelona, actualmente, existen de 6.000 edificios y garajes que tienen este silicato.

El principal inconveniente es que incluye unas fibras que tienen una reacción inflamatoria que progresa lentamente y con un efecto cancerígeno. "El 65% de la vida útil del amianto (de 30 a 35 años), que sigue instalado en la geografía española, ha finalizado, lo que implica que las fibras que se desprenden de este sean más nocivas y letales", precisa SEPAR.

Reclamo de los vecinos

"Una sola fibra en el pulmón ya puede causar perjuicios", remarca Susana. Por eso, señala que el temor vecinal viene más allá del contexto actual, ya que el tejado de las naves está muy degradado y, por lo tanto, podría ser que ya hubiera fibras esparcidas en el ambiente. Ahora bien, esta situación se ha agravado en la actualidad, ya que las obras han quedado a medias, pero también tienen miedo que los operarios actuen sin ninguna medida de protocolo para evitar la contaminación ambiental.

Para abordar esta coyuntura, los vecinos han pedido una reunión urgente con el ayuntamiento.

Por un lado, lo que quieren es que es encuentre una vivienda para los habitantes de las naves para que se los traslade en otro lugar para iniciar las obras cuanto antes para acabar con los tejados de amianto. "Es una cuestión de salud pública", expone Susana.

No obstante, por otro lado, también reivindican que las tareas de demolición se realicen con garantías para los vecinos. Tal como explica Susana la solución es bien fácil: "sólo hay que poner una capa de pintura para evitar que las fibras no se rompan".