El tramo superior de la calle de Cartagena de Barcelona, entre Sant Antoni Maria Claret y la avenida de la Mare de Déu de Montserrat, en el distrito de Horta-Guinardó, tiene una fuerte pendiente, de, hecho, es una de las vías más empinadas de las que mantienen parcialmente la trama del Eixample. Este hecho, añadido a que el tráfico es de subida, se complica por el paso de dos líneas de bus turístico y tres de autobuses regulares, de manera que los frenazos originados por las paradas y los semáforos y los subsiguientes arranques generan problemas de ruido y contaminación. De hace años que varios vecinos han elevado quejas por la situación, que, cuando menos, han conseguido la reacción de la Sindicatura de Greuges de Barcelona, pero que todavía no han obtenido una solución definitiva por parte del Ayuntamiento.


Sobre el terreno, la frecuencia de paso de los buses turísticos, vehículos de dos pisos jardinera pertenecientes a la Ruta Azul del Bus Turístic de TMB y de la Ruta Este-Verde de Barcelona City Tours, puede llegar a ser inferior a los cinco minutos en un viernes por la tarde de principios de septiembre. A pie de calle, mantener una conversación normal en un semáforo con uno o dos buses turísticos cuesta de mantener a un volumen normal; desde los balcones, el paso de cada bus turístico supone una ráfaga de ruido que se va repitiendo, a veces de manera cadenciosa, a veces intermitente.
Amèlia Gallego vive en un tercer piso de la calle Cartagena, delante del recinto del Hospital de Sant Pau. Desde su balcón hay buenas vistas que llegan hasta el mar, pero quedan estropeadas cada dos por tres por el ruido generado por los autobuses, en especial en los arranques. "Tenemos mucho ruido", lamenta Gallego desde su balcón, señalando como por la calle "pasan dos líneas de buses turísticos, no pueden utilizar la parte eléctrica, entonces suben con diésel, con arrancadas, paran, vuelven a arrancar, hay mucha acumulación de buses", a los cuales hay que añadir "los tres de línea regular que suben también por aquí". Toda esta acumulación comporta "mucho ruido sobre todo, y olor también de gasolina de cuando arrancan y paran y la contaminación atmosférica que seguro que también está ahí con tanto bus que pasa".
Elena Calzada vive un poco más arriba, tocando ya a Mare de Déu de Montserrat, justo a la altura de un semáforo que obliga a menudo al paro de los buses, que llenan la calle del ruido y humo de sus motores, con una elevación importante de la contaminación acústica en el momento de arrancar. Calzada es quien se dirigió al Síndic de Greuges de Barcelona, después de dirigirse al Ayuntamiento de Barcelona, que no les ha sabido encontrar solución. La sindicatura ha reclamado al Ayuntamiento esfuerzos para reducir los efectos nocivos provocados por el paso de buses turísticos en la calle Cartagena, pero de momento, esta vecina calcula que a finales de esta temporada de verano por la tarde, pasan "cada 4 o 3 minutos".
"No interesa sacar el turismo"
De hecho, esta vecina es de la opinión que el Ayuntamiento no quiere resolver la situación porque, según les indicaron en el consejo de barrio, "su respuesta fue que no había solución, que no había nada que hacer, en concreto nos dijeron que los buses turísticos son sostenibles y yo pregunté que quiere decir sostenibles, porque ambientalmente no lo son, y me dijeron sostenibles económicamente", por eso Calzada señala que el bus turístico es "una fuente de dinero y no interesa sacar el turismo, todo lo que sea ir contra el turismo no les interesa en el Ayuntamiento".


Mientras continúan los ruidos y el paso incesante de vehículos, Gallego sintetiza la petición de los vecinos en la petición de que "se repartan los buses, que no suban todos por Cartagena," porque considera que "hay otras calles y otras soluciones para repartir los buses y que hagan otro recorrido y se estudien otras posibilidades, que seguro que las hay". Por su parte, Calzada apunta que otra solución es "que saquen una de las líneas de buses, porque hay dos líneas", además de reclamar también la "reducción de buses", porque "no tiene sentido que los buses pasen cada 4 o 5 minutos, que el turista solo se tenga que esperar cada 4 minutos, si pasaran cada veinte minutos no habría tanto de problema". De momento, sin embargo, el ruido y el humo siguen molestando al vecindario.