La relación de Barcelona con la piedra de Montjuïc viene de lejos. Desde la época romana, los habitantes de Barcino ya extraían este material de la "montaña mágica", situada entre la antigua ciudad y el delta del Llobregat. Ahora, una intervención arqueológica preventiva en una finca situada entre la calle de los Ferrocarriles Catalanes y la calle de Vilageliu i Gavaldà, durante las obras de construcción de un edificio plurifamiliar, ha dejado al descubierto un frente de pedrera de época romana fechado entre los siglos II y I a.C. Este hallazgo es de gran relevancia arqueológica, ya que se trata de una de las pedreras más antiguas de Catalunya y de Europa.
Los trabajos, iniciados en octubre de 2024 por Andrew Kelly, han permitido identificar un tramo de pedrera de arenisca blanca cuarcítica del Mioceno, con unas dimensiones máximas de 30 metros de longitud, 5 metros de altura y 4,5 metros de anchura. Esta explotación a cielo abierto muestra claras evidencias de técnicas de extracción romanas, como marcas de pico, cuñas y restos de hierro incrustados en la roca, que podrían corresponder a herramientas de percusión o estructuras de apoyo como andamios o grúas.
La importancia del hallazgo ha hecho que se haya optado por la conservación de un tramo de 8 metros de longitud y 3 metros de altura en la segunda planta subterránea del edificio en construcción. Paralelamente, se han llevado a cabo trabajos de fotogrametría para generar un modelo 3D del conjunto, con finalidades didácticas y de investigación. A pesar de la relevancia del hallazgo, las obras del edificio han podido continuar su calendario y, según indica el Instituto de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, no han sufrido ningún atraso.
Un viaje al pasado romano de Barcelona
Este tramo de la pedrera es una parte más del conjunto de explotaciones de la montaña de Montjuïc, que desde el periodo ibérico y especialmente durante la época romana, se convirtió en la principal fuente de piedra para el Llano de Barcelona y otras colonias como Baetulo (Badalona) e Iluro (Mataró). Este nuevo hallazgo, pues, confirma la continuidad del frente de pedrera ya documentado el año 1990, que entonces reveló un tramo de 50 metros de longitud y 10 de altura. Además, también se han identificado una serie vertidos de uso doméstico de época ibérica (siglo III a.C.) sobre estratos de rechazo de la pedrera romana (siglo I a.C.).
Para la jefa de la Unidad de Estudios Arqueométricos del Instituto Catalán de Arqueología Clásica (ICAC) y especialista en pedreras romanas, Anna Gutiérrez Garcia-M., este hallazgo se trata "de un tipo de yacimiento poco conocido y raramente excavado, ya que a menudo pasan desapercibidos o quedan enmascarados en el paisaje." Por este motivo, asegura que se convierte "en un destacado elemento del patrimonio arqueológico, no solo de Barcelona sino del conjunto de Catalunya e incluso de Europa."
Y es que la datación preliminar ha situado esta pedrera entre los siglos II-I a.C., hecho que la convierte en una de las más antiguas de Catalunya y vincula este espacio con los primeros momentos de la fundación de Barcino y con el inicio del proceso de urbanización romana en Hispania. Gutiérrez destaca que "no es hasta el Alto Imperio que se da el momento álgido de explotación de materiales lapides, vinculado principalmente a la monumentalización de los espacios públicos urbanos".

La importancia de Montjuïc desde Barcino
Su situación, en la vertiente suroeste de Montjuïc, reafirma que esta zona ha sido históricamente un enclave estratégico, con presencia humana desde el periodo epipaleolítico. La montaña de Montjuïc fue formada por rocas sedimentarias depositadas hace 15 millones de años y desde la época ibérica ya acogió un importante núcleo comercial, con silos documentados muy cerca de la actual intervención.
Durante los siguientes meses, según indican desde el consistorio, se llevarán a cabo estudios de materiales cerámicos y analíticas complementarias con el fin de confirmar la datación y aportar más datos sobre el paleoambiente y las técnicas de explotación de la época. Un trabajo exhaustivo permitirá integrar este frente de pedrera como pieza clave para la comprensión del desarrollo urbano de Barcelona en época romana.