Sevilla en verano es un destino que hay que tratar con respeto, sobre todo si vienes del norte y estás acostumbrado a los veranos más frescos. Aquí el calor es sofocante durante buena parte del día, y es conveniente tomar algunas precauciones de puro sentido común. Pero una vez asumido eso, esta ciudad ofrece durante la canícula una de sus estampas más auténticas y algunos alicientes únicos que la hacen, si cabe, más atractiva. Te los contamos.

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Conviértete en un ave nocturna

Quítate de la cabeza salir ahí fuera entre las doce del mediodía y las seis de la tarde. Lo mejor es refugiarse bajo el aire acondicionado en cuanto el sol se alce en lo alto y guardar fuerzas hasta que las calles hayan comenzado a enfriarse, echar una siestita o unas cervecitas frescas en el bar del hotel, y después salir a disfrutar de las noches de verano. Conciertos en los pintorescos jardines del monasterio de la Cartuja y en el Parque Alamillo. Música en los Jardines del Real. Cine al aire libre en los patios de la Diputación. Y, por supuesto, la fantástica vida nocturna de la ciudad.

Haz vida junto al río

En un verano sevillano, el río Guadalquivir se convierte en un lugar donde los que no han ido a la playa pueden olvidarse de que viven en lo que cariñosamente se conoce como la “sartén del mundo”. Hay aquí algunos lugares impresionantes en ambas márgenes donde puedes disfrutar de una cerveza helada, un tinto de verano o el inefable rebujito, una mezcla de manzanilla sherry y 7Up, mientras contemplas la Giralda o la Torre del Oro bellamente iluminadas.

Sube a la azotea

El verano en Sevilla se pasa mejor por todo lo alto. Cualquier hotel que se precie tiene una piscina en la planta superior y lo mismo muchos bloques de apartamentos e incluso los edificios municipales. Si has sido lo suficientemente prudente como para registrarte en un hotel con ese equipamiento, podrás descansar debajo de una sombrilla, mientras bebes algo helado y contemplas a tus pies una de las ciudades más hermosas de Europa. Inolvidable.

Copia a los musulmanes de hace cinco siglos

Sevilla fue parte del reino de Al Andalus durante 500 años, y la arquitectura de la ciudad sigue siendo el recuerdo más notable de esta época. Los musulmanes eran maestros en el diseño de fuentes de agua, a través de las cuales crearon sus propios pequeños jardines del paraíso, y la exuberancia y la belleza del Palacio Real Alcázar son el mejor ejemplo. Puedes pasar horas dando vueltas de un rincón sombreado a otro, leyendo un libro y escuchando el rumor del agua.

Estanque del Real Alcázar de Sevilla / Unsplash
Estanque del Real Alcázar de Sevilla / Unsplash

Imita a la gente local

Vete donde van quienes viven aquí y conocen los lugares más frescos, donde sirven las cervezas más frías y donde se puede comer en mesas al aire libre, en un ambiente auténtico y sostenible, sus platos favoritos, como el pescado frito o las tapas frías de ensaladilla o patatas aliñadas. Con esto, sobrevivirás al calor, te mantendrás hidratado y te enriquecerás culturalmente.

Vete a la playa

Y si con todo esto no alcanza, vete a la playa durante el día y regresa por la tarde. Puedes ir hasta las costas de Cádiz o Huelva, que tampoco están tan lejos, a una hora de coche más o menos. O puedes ir a la playa artificial con arena y piscinas que está cerca del Muelle de las Delicias, junto al Aquarium, llamada Sevilla Beach. La entrada es gratuita y hay conciertos de música en vivo.