Los italianos discuten entre ellos sobre cualquier tema, pero si en algo están de acuerdo es que, como Nápoles, y como los napolitanos, no hay nada igual. Su capacidad para aprovechar al máximo sus recursos, su relación con el mar y el volcán y su devoción religiosa los hacen únicos. Esta ruta te ayudará a conocer y vivir la ciudad como un napoletano más.

Día 1: el centro de Nápoles desde un castillo

Empieza en Piazza Dante, uno de los corazones de Nápoles, donde está la Porta d’Alba, una de las antiguas entradas a Nápoles y Patrimonio de la Humanidad.

Prueba las sfogliatelle de Scaturchio, un pastelito relleno de crema de frutos secos. En Porta d’Alba se agolpan puestos de libros de segunda mano y recuerdos de la ciudad.

Un buen consejo es que entres en todas las iglesias que puedas. Sobre todo, en las que tengan una entrada pequeña, que casi no se vea, o parezcan en ruinas. En esas especialmente. Las iglesias de Nápoles son una sorpresa, y es que por algo es la ciudad más religiosa de Italia.

En la misma plaza se sitúa el Complesso Monumentale di Santa Chiara. Situada entre los barrios de Pendino y San Lorenzo, se encuentra Corso Umberto I, donde debes buscar la Fontana di Spinacorona, una pequeña fuente que cuenta la historia de Nápoles.

A pocos metros, se encuentra la Università degli Studi di Napoli Federico II, una de las universidades más antiguas del mundo. Llegas enseguida al Ayuntamiento de Nápoles, donde se unen paradas de metro, teleféricos y algunos de los más importantes edificios de Nápoles.

Por último, debes visitar el Castel dell’Ovo, una imponente fortaleza situada en una pequeña península conectada con el paseo marítimo y uno de los lugares más bonitos para ver el atardecer en Nápoles.

Castel dell'Ovo / PxHere
Castel dell'Ovo / PxHere

Día 2: la esencia de Nápoles en sus barrios más humildes

El mercado del pescado de Porta Nolana es un buen plan para empezar el día. Muy cerca se encuentra la Basílica della Santissima Annunziata Maggiore, negra por fuera y con un interior precioso.

La calle de San Biagio dei librai es una de las calles características de Nápoles, con decenas de friggitorias, quioscos, suelo de adoquines, motos por todas partes y muchas iglesias. Via dei Tribunali es otra calle interesante, dónde puedes encontrar la famosa pizzería Gino e Toto Sorbillo.

La Via San Gregorio Armeno es una de las calles más populares de Nápoles. Entre los napolitanos se le conoce como la Strada dei presepi (la calle de los belenes). Un lugar donde conseguir un recuerdo de tu viaje a Nápoles.

Muy cerca, en el Vico del Figo al Purgatorio, está la estatua de Pulcinella. La tradición dice que debes frotarle la nariz de la máscara para tener buena suerte. Y también puedes visitar en esa zona la Nápoles subterránea.

La Catedral de San Gennaro, de un tamaño imponente, es uno de los lugares más interesantes que ver. Y de ahí, sube al Castillo de San Telmo.

Día 3: el Nápoles de los napoletanos

La Pasticceria Popella es una de las pastelerías más antiguas de Nápoles. Cada día cientos de napolitanos encargan aquí sus postres. Prueba las típicas sfogliatelle Anastasio, las sfogiatelle calde y los fiocchi di neve.

Tómate un café en café de Poppella y luego sube al barrio del rione Sanità para ver muchas escenas típicas napolitanas y algunos poemas y esculturas dedicadas a Totó, el gran cómico napolitano, originario de este barrio.

Al final del rione, llegamos a nuestro destino, el parque de Capodimonte, uno de los pulmones verdes de la ciudad. Naturaleza, deportistas y madrugadores te rodearán mientras intentas asimilar que esto también es Nápoles.