Inés Arrimadas se ha convertido en una caricatura de ella misma. La candidata de Ciudadanos por Barcelona a las elecciones del 28-A ha entrado en una espiral de odio de la que no sabe como salir, y considera que sólo podrá seguir haciendo carrera política si continua generando crispación contra todos los que no comulgan con su idea de España. En el ojo de la diana, por supuesto, siempre tiene a los independentistas.

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EFE

La dirigente de Ciudadanos en Catalunya ha enloquecido hasta el punto que considera que los indepes sonríen de manera supremacista, tal y como dijo ayer en un mitin en Alacant: “Le vamos a borrar a Rufián esa sonrisita supremacista de la cara”. La campaña españolista de Arrimadas ha continuado hoy en Torroella de Montgrí, el pueblo de Dolors Bassa, donde el partido naranja se ha dedicado a recorrer las calles gritado "libertad", en un gesto de burla hacia la familia de la consellera encarcelada.

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Un menosprecio a los presos políticos catalanes que ya ha recibido la contrarréplica de Toni Soler en las redes sociales. El presentador del Està passant de TV3 responde a la líder de Ciudadanos por Twitter y la deja en evidencia por su intento de humillar a los que sufren la represión del Estado: "¿Hurgar en el dolor de la familia de Dolors Bassa es una manera decente de hacer campaña, Inés Arrimadas? Dentro de unos años te dará vergüenza recordarlo".

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Pero Inés Arrimadas ya hace tiempo que ha demostrado que, de vergüenza, bien poca. Entró en el Parlament en el año 2012 para crispar la política catalana y tratar de hacer imposible el diálogo. Y ahora quiere llevar su estrategia incendiaria al Congreso de los Diputados.