El proceso catalán ocupa todas las portadas. La actualidad gira en torno a las últimas noticias, y personajes públicos de todos los ámbitos lo están comentando. Aquellos más mediáticos aprovechan, además, para manifestar su opinión al respecto. Siendo este el caso, por ejemplo, del siempre controvertido Risto Mejide.

De hecho, el publicista ha centrado sus últimos artículos en El Periódico sobre la cuestión catalana. Y este fin de semana lo ha vuelto a hacer. Ahora bien, esta vez ha sido con un tono muy diferente. Si en las tres columnas anteriores se mojaba a favor del diálogo y criticaba sin embudos a los dos bandos, ahora ha querido describir cómo está viviendo él la situación actual.

Y lo ha hecho empezando con una contundente afirmación: "Cuando hablo de mi país lo hago con miedo". Risto ha lamentado que diga lo que diga, siempre le acaben criticando: "Cuando hablo de mi país, pasan cosas extrañas. Si me refiero a Catalunya, siempre alguien me interrumpe inmediatamente para decirme que Catalunya no es un país. Pero es que si me refiero a España, también estoy fastidiado, porque soy igualmente interpelado. Esta vez, por alguien que me pregunta a ver si no soy catalán".

Un clima de lo más tenso que le ha llevado a no saber qué decir: "Cuando hablo de mi país, enseguida me mudan de casa. Ya no soy ni de aquí ni de allí. Me he dado cuenta de que soy independentista por escuchar a los independentistas, y soy unionista por escuchar a los unionistas. Así que debo ser también Testigo de Jehová, militante de Podemos y PP, tan madrilista como culé y hasta -si me apuras- eurofan".

Pero todo artículo de Risto ha de contener críticas: "Y es que al final, cuando hablo de mi país, ya nadie se interesa por argumentos ni razones ni porqués. La época de razonar las cosas ya ha pasado. Eso era cuando un hemiciclo valía más que una manifestación. El nacionalismo ganó la partida el día en que dejó los datos de lado y empezó a apelar a la emoción. Ya no se trata de puntuar. Ni en casa ni a domicilio. Ahora se trata de arrasar al contrario. De humillarlo. De aquí que haya decidido dejar de hablar de mi país. Porque sea cuál sea, estoy seguro de que ya no es el mío. El mío se lo ha llevado un grupo de gente que gritaba".

Un Risto tan sincero como siempre, lamentando la situación en la que le hacen encontrarse.