Cada vez que la selección española juega un partido se produce el mismo fenómeno: salen apendices de Manolo el del Bombo como setas. La pasión futbolera y patriotera se apodera de todo. Especialmente del juicio, del raciocinio, de la inteligencia más elemental. No pasa nada si este fenómeno tiene lugar en un bar, en una parada del autobús, en el súper o mientras compras una barra de pan. Ahora bien, si el que desvaria es un informador de un medio público, la cuestión hace preguntarse algunas cosas: si vale la pena mantener esta estructura, por ejemplo. Y por estructura decimos Televisión española. También si sus profesionales piensan que la audiencia es tonta. Y corta de vista. Podríamos continuar con más cuestiones, pero mejor hablar del ejemplo que lo resume con claridad meridiana. Uno que vimos durante el descanso del España-Alemania del Mundial.

El Telediario de la noche del domingo fue más corto en su duración habitual por la coincidencia con la cita deportiva. Más corto pero más visto. Mucho más visto. En todo el Estado el dato fue astronómico: 60.7% de cuota y 11.218.000 espectadores entre las 20:00 y las 21:53. Los contenidos del TD no eran ajenos al propio partido, sobre todo haciendo aquellas conexiones "de color". Es decir, el ambiente, el seguimiento y la sobredosis de banderas rojigualdas, etcétera. El marcador iba 0-0 en Qatar, pero TVE quiso marcar el primer gol. Y en el tiempo de descuento de su emisión se inventaron un penalti: conectar desde Barcelona para demostrar que los catalanes son españoles a muerte. Una pena máxima que ejecutó de la misma manera: dando una pena máxima.

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Telediario La 1 conexión con Barcelona / RTVE.es

El Telediario conecta con una sala de Barcelona donde se reunía un grupo de unionistas para ver el España-Alemania

El absurdo del redactor fue absolutamente indescriptible, pero vaya, que los responsables del informativo también se lucieron. Escogieron una conocida sala de fiestas del Eixample donde ofrecían el partido a un grupo de seguidores. Solo por precisar, seguidores de España, del españolismo, del unionismo e incluso del Espanyol de Barcelona. Las banderas allí presentes lo acreditan. También los gritos de toda la sala cuando empezaba la conexión. Muy sospechosos, de hecho: parecía preparadete. Cuando el periodista entraba en directo, la sala era un clamor: "Catalunya es España". Ajá. Es la típica conversación que tienes en el descanso de un partido, mientras te zampas el bocadillo y las cervezas. Aquí, sin embargo, la conversación era al unísono, en voz muy alta y mirando a la cámara de TVE. El redactor, eso sí, se encargo de que aquello quedara en una anécdota sin importancia. Su intervención superaba de largo el numerito.

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Conexión del Telediario con Barcelona por el partido de la selección española / RTVE.es

La exageración del redactor que deja a TVE en ridículo

Vamos por partes. Primero, las palabras del busto parlante. "Pues aquí sigue la emociónnnnn... eh... siguen vibrando los aficionados con la selección española. Tiempo de descanso... y ya veis, ¡no cabe un un alfiler!". ¡Ah! Alerta. Quietoparao. O este tipo utiliza alfileres del grosor de una cañería o estaba mintiendo descaradamente. Él dirá que exageraba un poco, claro que sí, por aquello de darle brillo a su minuto (medio, de hecho) de gloria. Mientras el susodicho pronunciaba estas palabras, el operador de cámara hacía su trabajo con un paneo, un movimiento amplio de cámara, para enseñarnos eso tan épico y gigantesco. Lo que no sabía (o sí lo sabía, pero era un mandao) era que le estaba pinchando el globo, dejándolo con el culo al aire. ¿Una sala llena? Ni en sueños. Ni a la mitad. Ni a un cuarto de su capacidad. "400 personas", añadía el redactor. Las que quiera. Pero todas apretadas en medio de la pista, mientras en el resto el vacío era total. Más bien parecía una reunión de votantes de Ciudadanos en todo el Estado. Si el mensaje era "qué española es Barcelona, olé olé," hicieron el ridículo.

Hay que tener maña para mentir. Y no, no ha sido este el caso. Ni así se lo curran.