Enésima visita del presidente de Cantabria a 'La Sexta Noche' y enésimo show lastimero, patriotero y 'antiindepe'. Miguel Ángel Revilla se siente como casa en el plató de Iñaki López. Mejor dicho, forma parte de la casa, como las puertas, las ventanas o los lavabos de la cadena de Atresmedia. El programa político de La Sexta siempre encuentra una excusa para invitarlo semana tras semana. Él los agasaja con anchoas, productos de la tierra, noches de hotel y todo tipo de obsequios a la plantilla del programa. Parece el peaje que tiene que 'pagar' (dudamos mucho de que Revilla haya sufragado ninguno de los regalos) para zurrar a gusto a la enorme parte de Catalunya que se encuentra en las antípodas ideológicas de su visión unitaria de España. La última presencia del líder del PRC, sin embargo, vino precedida de un lacrimógeno speech denunciando la presión que ha sufrido a raíz de su 'no' a la investidura de Pedro Sánchez. Sus ojos húmedos buscaban empatía desesperadamente. Qué drama.

Revilla Iñaki López La Sexta

Revilla Iñaki López La Sexta

Fue la única variante del remake de "El día de la marmota" político-televisivo del de Cantabria, que una vez acabada la representación se puso el 'mono de trabajo' y empezó a repartir galletas (que no anchoas) contra Catalunya. Su mejor receta para desviar la atención, evitar que la parroquia facha lo desmenuce y emular tiempos pasados de adhesiones indestructibles al Movimiento Nacional. No dejó "títere con cabeza": Ni independencia, ni referéndum, ni presos políticos. Nada. Todo son mentiras de los enemigos de España. Eso sí, se pone la camiseta del diálogo con efusión. Lo que no nos queda claro es de que narices quiere hablar este hombre sobre lo que pasa a Catalunya. Él prefiere hablar de abarcas o de sobaos pasiegos. Para "sobado", su discurso.

Miguel Ángel Revilla llora La Sexta

Miguel Ángel Revilla La Sexta

El reloj se ha vuelto a poner en marcha. Ya queda menos de una semana para que La Sexta vuelba a intentar tatuarnos las ocurrencias de su oráculo en el cerebro. Palabra de Revilla, el hombre hecho verbo. Un verbo que aburre e indigna hasta límites insospechados.