El pasado siempre vuelve. Y en el caso de Manuel Valls, lo ha hecho en forma de vídeo. Un vídeo que le persigue desde hace 10 años, cuando era alcalde de la ciudad de Évry, al sur de París. Una grabación en la que podemos ver a la gran esperanza antiindependentista paseando por el mercado de la localidad en un acto de campaña, y donde le pillaron pidiendo a uno de sus colaboradores que le llevaran ciudadanos "blancos, whites,'blancos'" para salir en la foto. La peste a racismo es incontestable. El vídeo, rescatado de los archivos audiovisuales de Francia y compartido por Jordi Magrinyà (CUP), vuelve a la actualidad en un momento decisivo para Valls, que intenta venderse como un progresista que haría sentir cómoda a Ada Colau.

Valles manecillas|manivelas|tiradoras EFE

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"Bella imagen. Bella imagen de la villa de Évry". Así comienza el fragmento audiovisual, una verdadera losa para Valls durante su etapa política en Francia. Manuel parecía a disgusto por la composición de la sociedad del municipio, donde la comunidad negra y árabe es mayoría (como en muchas otras banlieus francesas). ¿Necesitaba "blancs" para sentirse más seguro? ¿"Whites"? ¿"Blancos"? La red ha reaccionado con el mismo nivel de indignación y asco que cuando el episodio se hizo popular en el país vecino. La diferencia es que han pasado 10 años, y que le echaron de Évry y de Francia. Y el peligro, el gran peligro, que aplique en Barcelona sus posiciones ideológicas. Clasismo, racismo e hipocresía.

Valles video racista @jordimagrinya

Direct 8

En aquella ocasión, Valls escapó de denuncias de asociaciones antirracistas. Pero lo que dijo, lo dijo, es innegable. Y no tardó en demostrar su desprecio por las minorías, como con los gitanos del Este de Europa o los refugiados. El vídeo pasó al olvido, pero los malabarismos de Manuel en Barcelona han resucitado sus fantasmas. Fantasmas blancos, negros, árabes o asiáticos, tanto monta. Este es el hombre de estado, el paladín de las izquierdas, que quiere convencer a Colau. No hace falta mucho más análisis, por más que se esfuercen Jordi Évole y compañía.