El lodazal Luis Rubiales vuelve a salpicar a Gerard Piqué. El expresidente de la Federación española de Fútbol está siendo investigado por el Juzgado número 4 de Majadahonda, en Madrid, por los delitos de blanqueo de capitales, corrupción en negocios, administración desleal y pertenencia a organización criminal. Fue detenido durante unas horas por la Guardia Civil en el aeropuerto de Madrid, justo al llegar de la República Dominicana. De la cabina del avión pasó a una furgoneta a pie de pista, y de allí en dependencias policiales de la terminal. Un show más que añadir a su currículum más que lamentable, y que vuelve a salpicar al exfutbolista del Barça y empresario Gerard Piqué por la famosa Supercopa de España en Arabia Saudí.

Varios medios se hacen eco (muchos de ellos por intereses partidistas, claro) de las indagaciones de la Benemérita en torno a Piqué, de su empresa y también del FC Andorra, club del cual es propietario. Se investiga si el catalán pagó comisiones al exresponsable federativo, con quien siempre ha tenido un trato próximo y de amistad, y también si el defensa utilizó el dinero de Arabia para financiar el club que milita en la Segunda División. Las cuentas bancarias del deportista en el Principado están siendo examinadas con lupa, dicen. En todo caso, no hay procedimiento desde los juzgados, es decir: Gerard está muy tranquilo. Y se nota.

Hace pocas horas hemos asistido a la reaparición del ex de Shakira en Barcelona, saliendo con su coche del parking en la plaza Adrià, y muy bien acompañado: Clara Chía iba de copiloto. Como siempre, vaya: continúan juntos, felices y ajenos a las informaciones que, cada semana y de manera regular, anuncian el apocalipsis y la muerte de este romance. Es interesante analizar, gracias al vídeo aportado por la agencia Europa Press, la actitud de la pareja, su semblante. Una imagen vale más que mil palabras, y el fotograma que mejor define la escena es este:

Piqué Clara Chía EP
Piqué y Clara Chía / Europa Press

El padre de Milan y Sasha Piqué Mebarak sonríe dentro del vehículo, mientras una Clara con sus inseparables gafas de sol otea el horizonte viario. Una medida de protección natural para evitar colisiones al volante, pero quizás también la posible presencia de su enemigo íntimo, el paparazzo Jordi Martín, con quien mantienen un toma y daca legendario y judicializado. La escena fugaz acredita que, si Piqué está preocupado por algo, lo disimula de manera magistral. Como un profesional, vaya. Y eso es lo que más puede molestar a sus haters, especialidad de la casa de Gerard. Disfruta haciéndoles bailar.