El mundo de los talent shows puede ser un trampolín, pero también una trampa. Así lo demuestra la historia de Nahuel Sachak, ganador de la edición más breve y menos vista de Operación Triunfo, presentada por Pilar Rubio en 2011. Un concurso marcado por la crisis de audiencia de Telecinco y por un desgaste evidente del formato que dejó al paraguayo con un título que pronto se convirtió en maldición: ser campeón de una edición que casi nadie recuerda.
Tras coronarse como vencedor, Nahuel vivió un instante de éxito efímero: presentación de disco en una fiesta junto a Paris Hilton, flashes y fotos que prometían un futuro brillante. Pero ese sueño se desvaneció rápido. Ni promociones intensas ni proyectos musicales consolidados llegaron a su carrera. Las puertas de la industria se cerraron y el joven artista se encontró con un vacío que pocos saben cómo afrontar.
La caída después de la gloria
Lo que para otros habría sido un impulso, para Nahuel Sachak se convirtió en supervivencia. Sin contratos ni oportunidades para cantar, empezó a buscar alternativas para llegar a fin de mes. Según ha explicado en el programa Socialité, su camino lo llevó a shows privados en los que la música era secundaria. “Trabajábamos bien. Cobrábamos 1.500 euros por un show que duraba una hora. Yo subía a dos chicas y a la que mejor bailaba le regalaba mi camiseta mojada”, confesó. Una revelación que sorprendió al público, pero que refleja la realidad de muchos artistas que alcanzan la fama demasiado pronto y sin un respaldo sólido.

La experiencia puso de manifiesto la otra cara de la fama: ganar un talent show no garantiza continuidad ni estabilidad. El paraguayo reconoce que esa etapa oscura fue la más dura de su vida. “Fue como si no hubiese pasado nada. Aunque haya ganado, no existo”, aseguraba hace tiempo, demostrando que los sueños de la industria musical pueden romperse más rápido de lo que se construyen.
Sobrevivir fuera de los focos
Hoy, Nahuel Sachak se mueve en un terreno muy distinto al de los escenarios televisivos. Su prioridad es la supervivencia, y lo hace adaptándose a cualquier oportunidad que le permita seguir adelante. Recientemente visitó Barcelona para participar en el Paraguay Fest, recordando sus raíces y los viejos tiempos, lejos de la gloria que parecía esperarlo tras Operación Triunfo.
Así pues, la historia de Nahuel Sachak sirve como advertencia y reflejo: no todo triunfo televisivo asegura un futuro brillante, y a veces la fama prematura puede derivar en caminos inesperados que obligan a reinventarse para sobrevivir.