Ser corresponsal de TV3 implica muchas consecuencias, unas positivas: la experiencia profesional, abrirse de miras, la visibilidad en los Telenotícies, la experiencia, vivir en otro país con todos los gastos pagados. TV3 tuvo claro desde el principio que si quería ser una BBC a la catalana debía destinar dinero a enviar periodistas a los puntos más calientes del planeta: Washington, Pekín, Moscú, Jerusalén, por toda Europa: Londres, París, Bruselas, Berlín, Madrid, y por los Países Catalanes: Palma, Valencia y Perpiñán. En la histórica TV3 de los 80 eran míticos nombres como Montserrat Besses TV3 París o Joan Nogués TV3 Washington. Ser corresponsal también tiene hándicaps familiares por llevarse a los hijos pequeños 5 años lejos de casa, como acaba de reconocer Joan Raventós, o en el peor de los casos, jugarse la vida. En la actual TV3 hay problemas para cubrir corresponsalías como las de Rusia e Israel. Para la de Moscú nadie quería cubrir la guerra de Ucrania como hizo Manel Alías y tuvieron que recurrir a una periodista de fuera de la casa, Cristina Solias. Ya no quedan reporteros de guerra en Sant Joan Despí. Uno de los últimos es Albert Elfa.

Albert Elfa acaba de ser invitado al programa de Peyu La Renaixença que a la espera del EGM está dando buenos resultados en su emisión nocturna en TV3: es el programa más visto del Canal 33 con audiencias alrededor del 2%. Elfa tiene 68 años y es del Pallars Jussà, del pueblo de Mont-ros. No vio morir a sus padres porque tanto la muerte del uno como la del otro le pillaron lejísimos de Cataluña, haciendo de corresponsal para Planeta. Albert Elfa: "Cuando muere mi madre yo estaba en Jerusalén y cuando muere mi padre yo estaba en Washington. No vi morir a mis padres. Era uno de los miedos que tenía cuando me marché de corresponsal, que mis padres ya eran muy mayores. Me daba miedo que por la noche recibiera una llamada con un desenlace fatal. Pero mis padres estaban tan contentos, tan orgullosos de que su hijo saliera en la tele y fuera corresponsal . Lo estaban luciendo, al primero que pasaba por la calle se lo explicaban. Al momento de marcharme me dijeron 'Estamos muy orgullosos de ti'". Murieron sin su hijo ni sus nietos (Elfa tiene dos hijos) pero orgullosos de su hijo. Ya no quedan, ni padres así ni periodistas así.

Nacido en la Vall Fosca y crecido en el barrio de Horta de Barcelona, durante décadas ha explicado los hechos más relevantes de la historia contemporánea: la invasión de Gaza, el ascenso de Barack Obama, la muerte del dictador Augusto Pinochet, el huracán Katrina o las Primaveras Árabes al frente de corresponsalías como Washington, Jerusalén o Bruselas que revisa en el libro ¡Oh, la humanidad! (editorial Folch & Folch, 2025). En el libro explica una anécdota que revela otra parte mala de ser corresponsal: la falta de reconocimiento interno en TV3. El Premio catalán más importante para una TV es el Ondas que otorga Radio Barcelona y PRISA. Cada año tienen el detalle de galardonar algún programa de TV3. Los Ondas solo se conceden si previamente alguien se presenta como candidato: no puedes ser premiado si tu tele no cree que debas ser premiado. TV3 quería presentar a Albert Elfa para el Ondas pero según revela el mismo corresponsal, el director de TV3 de entonces prefirió sustituirlo por un "conocido comediante de TV3" que finalmente obtuvo el Ondas. Elfa solo da el nombre de aquel director de TV3: Francesc Escribano, pero no del comediante que le "quitó" el Ondas.

Escribano fue director entre 2004 y 2008, y en su mandato TV3 obtuvo tres Ondas: año 2005 Els matins, año 2006 Porca misèria y año 2007 Polònia. Son tres premiados: Josep Cuní, Joel Joan y Toni Soler, de los cuales dos hacen comedia, Joel y Soler. Elfa debía ser propuesto al Ondas por su cobertura del Katrina, el huracán de 2005. Todas las pistas llevan a Joel Joan, pero Elfa no quiere dar su nombre. Todo es comedia, excepto ser corresponsal. Uno de los buenos. Elfa.