Tener una cuenta bancaria millonaria, inversiones inmobiliarias y acciones en empresas es el deseo de la mayoría de los mortales. Sin embargo, el dinero ha sido el causante de la mayoría de los problemas de Britney Spears, dado que muchas de las personas que la han rodeado durante toda su vida han querido beneficiarse monetariamente del éxito y el trabajo de la “Princesa del pop”.

Recientemente, la intérprete de “I’m Slave 4 U” anunció su compromiso y la llegada de su tercer hijo producto de su relación con Sam Asghari. No obstante, pese a que la cantante quiere casarse lo más pronto posible para poder consolidar su nueva familia junto a su bebé, lo cierto es que quiere dejar todo listo y en orden con relación al acuerdo prenupcial de su matrimonio. Aunque la artista cuenta con un gran equipo de abogados que se están encargando de todos los detalles, parece que la pareja está presentando algunos problemas relacionados con el dinero y esto está ocasionando retrasos en la boda.

Britney Spears y Sam Asghari
Britney Spears y Sam Asghari

Según ha trascendido, la cantante Britney Spears ha presentado a su equipo legal las primeras discusiones y desacuerdos del acuerdo prenupcial junto a su prometido, Sam Asghari. “Las conversaciones se han demorado más de lo habitual”, informó una fuente cercana a la pareja en una conversación con el medio 'Us Weekly'. “Sam quiere aumentos sustanciales por cada cinco años que estén casados, en caso de que se separen”, añadió la fuente.

Otro informante aseguró que las discusiones en torno a este tema son completamente “respetables”, dado que los representantes legales quieren estar seguros de proteger la fortuna de Spears y también de cuidar el patrimonio de Asghari para que él “no termine sin dinero si se separan”. Esta decisión del prometido de Britney ha causado un poco de desconfianza entre los fans de la cantante, ya que podría dar la impresión de que está buscando asegurar un porcentaje importante de la recién recuperada fortuna de Spears, valorada en 60 millones de dólares.  

Sin embargo, después de años de luchas con su padre y el maneja de sus finanzas, la intérprete de “Toxic” decidió dejar todo el control en manos de sus abogados, puesto que ella no tiene ningún tipo de interés en involucrarse en los detalles financieros de su matrimonio y solo quiere concentrarse en la planificación de su boda, su vestido diseñado por Donatella Versace y todos los detalles relacionados con su gran día. La fuente aseguró al citado medio que “Britney se mantendrá al margen de todo el proceso. Ella solo está dejando que sus abogados lo discutan con el equipo de Sam”.

En esta ocasión, la “Princesa del pop” no quiere cometer los mismos errores de su anterior matrimonio con Kevin Federline y está totalmente enfocada en mantenerse serena y en calma para no volver a caer en depresión, tal como le sucedió con sus dos primeros embarazos. “Es difícil porque cuando estaba embarazada tuve depresión perinatal… tengo que decir que es absolutamente horrible (…) algunas personas consideraban peligroso que una mujer se quejara así con un bebé dentro de ella”, confesó.