La batalla entre los Sánchez Vicario-Santacana ha llegado al barro. Caretas fuera. Todo vale para noquear al rival y dejarlo en la lona mientras la cuenta atrás llega a cero. Arantxa y su ex han protagonizado el primer combate cuerpo en cuerpo, cambiando el cuadrilátero de boxeo por las páginas de papel couché de la revista Hola. Pero los golpes que se han dado han hecho más daño que si se tuvieran cara a cara. ¿Por qué? Porque han metido a los hijos de por medio. Aquellos que en teoría quieren proteger, han pasado a ser los protagonistas del litigio.

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En sendas entrevistas a la tenista y a quién fue su marido, Josep Santacana, los dos han puesto encima de la mesa su argumentario más bajo para situarse como víctimas y poner el otro a la altura del betún. Arantxa empieza la entrevista advirtiendo a la periodista de Hola como hizo en Sálvame:  "No responderé a preguntas sobre los procesos abiertos. Para eso ya están mis abogados". "Sobre los procesos abiertos" no, pero sobre los hijos, se abre la veda. Todo suma. ""Para mí, la única preocupación es lo mal que lo están pasando mis hijos". Primero directo de Arantxa. In your face. Aquí hay un filón. La reportera hurga: "¿Consideras a Josep un buen padre"?. Respuesta: "Da igual lo que yo piense. Serán los niños, cuando sean adultos, quienes podrán juzgarle". La periodista de Hola no desfallece: "Habrá sido duro saber que ha rehecho su vida con otra persona...". Arantxa vuelve a poner a los hijos en el ecuación: "Si está feliz, mejor para él. Lo que no me esperaba nunca es el engaño y la falta de respeto hacia mí y sus hijos por llevar una doble vida". Touché. Pero si se creían los hijos que dejarían de aparecer, iban listos. "No me he encerrado en casa con mis hijos: les llevo al colegio todos los días y hacen sus actividades extraescolares".

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Sale a escena Santacana. Diferente envoltorio, misma esencia. Ataque a la yugular, donde hace más daño. "En diciembre intenté ver a mis hijos y no me contestó. Arantxa se fue con mis hijos sin avisar y sin mi consentimiento a casa de su hermano. Me asusté muchísimo e incluso tuve una arritmia cardíaca. Ese día aporté un informe psicológico de Arantxa". Empieza fuerte. La situación entra en el terreno del dramatismo: "Ayer martes fue el cumpleaños de mi hija, cumplió nueve años. Yo no pude asistir ni verla, porqué no sé ni dónde está ni me contesta la madre"..

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A partir de este momento, Arantxa y Leo, los dos hijos del matrimonio, pasan a formar parte de un problema de matemáticas de segundo de bachillerato:  "Desde el trece de diciembre he visto a mis hijos cuatro veces, seis horas en total. El once de febrero es la última vez que pude verlos. Espero que se solucione pronto, porque necesito ver a mis hijos y me lo impiden". Para acabar con un uppercut directo a la mandíbula de las emociones: "Yo sufro mucho y lloro por mis hijos. Arantxa está encerrada con mis hijos en casa sin salir. Después de mucho tocar la puerta no me abrió". Por desgracia no es un capítulo humorístico de los Picapiedra con Pedro gritándole a Wilma "ábreme la puerta".

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¿Lo más irónico del caso? Cuando Santacana, después de todas estas acusaciones, afirma: "Estamos negociando la custodia compartida"... Pero la cosa no ha hecho más que empezar: ahora Santacana podría retirar la demanda de divorcio y ella interponer otra contra él y las siete empresas que aparecen a su nombre registradas en Miami. Por cierto, Josep Santacana también ha reconocido que a pesar de llevar separados dos años,  "la situación ya venía viciada de antes: llevábamos sin mantener relaciones íntimas cinco años". Como mínimo, durante este tiempo no ha habido más hijos que hayan tenido que ver el denigrante espectáculo entre sus padres.