Dormir poco ya no solo se traduce en ojeras y cansancio. Según la Dra. Isabel Belaustegui, reconocida especialista en pérdida de peso y medicina integrativa, la falta de sueño engorda más de lo que creemos. Sus investigaciones apuntan a que las noches de insomnio no solo afectan la energía del día siguiente, sino que activan una peligrosa tormenta hormonal que empuja al cuerpo a acumular grasa, especialmente en el abdomen.

La médica, autora del exitoso libro La dieta del metabolismo saludable, asegura que millones de personas fracasan en sus dietas porque centran todo en las calorías sin entender que el verdadero enemigo está en su estilo de vida. Dormir mal, sufrir estrés constante y abusar de los ultraprocesados serían el cóctel perfecto para bloquear cualquier intento de adelgazar.

Isabel Belaustegui
Isabel Belaustegui

El vínculo oculto entre el insomnio y el aumento de grasa abdominal

Lo que hasta ahora parecía un simple problema de cansancio, en realidad, según Belaustegui, se convierte en un arma silenciosa contra la figura. Cuando no dormimos lo suficiente, el cortisol se dispara. Esta hormona, conocida como la del estrés, bloquea la quema de grasa y obliga al cuerpo a almacenar más energía de la necesaria, generalmente en forma de grasa abdominal.

Pero eso no es todo: la especialista alerta de que también se desregulan dos hormonas clave, la leptina y la grelina, responsables de controlar el hambre y la saciedad. Con pocas horas de descanso, el cerebro ignora la señal que indica que estamos satisfechos y, en consecuencia, aumenta el deseo de consumir azúcares, harinas y comidas rápidas. Un ciclo adictivo del que es casi imposible salir sin conocer lo que ocurre en el organismo.

La falta de sueño engorda y dispara el apetito por ultraprocesados

Belaustegui explica que el descontrol nocturno genera una especie de “hambre emocional”. No se trata de una necesidad real de energía, sino de un impulso biológico que empuja a buscar alimentos ricos en grasa y azúcar para calmar la ansiedad. Este fenómeno, que ella califica como “hambre por ansiedad, es uno de los mayores saboteadores de cualquier dieta. Además, las personas suelen culparse a sí mismas, pensando que carecen de fuerza de voluntad. Sin embargo, la doctora insiste en que no se trata de debilidad personal, sino de mecanismos biológicos activados por el insomnio. Entenderlo es el primer paso para dejar de vivir la dieta como un castigo y empezar a enfocarla como un proceso de autocuidado.

Isabel Belaustegui
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Lejos de las soluciones mágicas, la experta propone un camino claro: eliminar ultraprocesados, hidratarse adecuadamente y recuperar la conexión con la actividad física sin obsesionarse con rutinas extremas. Incluso caminar a diario al aire libre puede ser más beneficioso que forzar entrenamientos que solo añaden estrés. Y es que, el verdadero secreto, según Belaustegui, está en resetear el metabolismo y eso incluye priorizar la higiene del sueño y regular el ciclo circadiano.

Irse a la cama sin pantallas, mantener horarios regulares y dedicar tiempo a la relajación antes de dormir son prácticas básicas que cualquier persona puede aplicar. Aunque al principio resulte difícil abandonar los viejos hábitos, la especialista garantiza que la perseverancia trae consigo una transformación duradera, no solo en la báscula, sino también en la energía y el bienestar general. Así que, en un mundo obsesionado con las calorías y la estética inmediata, las palabras de la experta suenan como un golpe de realidad: no dormir engorda y, mientras no se solucione ese aspecto, ninguna dieta funcionará a largo plazo.