VOX dirá lo que quiera, pero ha fracasado en las elecciones de Andalucía. Sí, han ganado dos diputados en el Parlamento autonómico, pero han quedado fuera del poder. El PP ya no los necesita con su mayoría absoluta. Por lo tanto, son irrelevantes. El plan a hacer puñetas: la candidata Macarena Olona no era Superwoman y el truco de magia de empadronarla a toda prisa en un pueblo de Granada, a pesar de ser de Alicante y vivir en Madrid, ha sido estéril. Se le ha visto el plumero. Y por muy facha que sea, sus electores potenciales no son tan pardillos. Han apostado sobre seguro con Moreno Bonilla. Y Macarena se ha quedado en tierra de nadie.

La tierra, sí, la pesadilla que acompaña a la polémica diputada nacional de extrema derecha, y que durante la campaña ha sido poseída por todos los clichés folclóricos para venderse como la más andaluza desde la misma Creación. Un meme en sí misma. ¿Cuál es la tierra de Olona? Esta es fácil: Ejpaña, una grande y libre. Pero como intenta ser presidenta autonómica (para después abolir el sistema, como sus antepasados ideológicos), tiene que ser más específica. Mojarse, vaya. ¿Alicante? ¿Granada? ¿Madrid? ¿Ceuta, Tenerife, Villarriba o Villabajo? La decisión no es fácil. Y sobre todo es cambiante: todo depende de cómo sople el viento y del calendario electoral del Estado. Y sí, de la voluntad del Santísimo. "Soy hija de Dios y no puedo asegurar sus designios", respondía sobre si volverá a la capital de España o se quedará a hacer "de oposición" en Sevilla.

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Macarena Olona y sus disfraces / Europa Press

Según Macarena, Dios es de VOX y está muy líado trazando su inescrutable plan de asalto al poder. Sólo él sabe cuál será el siguiente paso de la política. Ella, ni idea, pero está abierta a cualquier posibilidad, a cualquier trinchera, a la guerra que los ultras consideren oportuna. Total la estrategia será siempre la misma, incendiar. Y la táctica, igualmente sencilla: aprenderse unos cuantos estereotipos y disfraces regionales, y hale, pa'lante. Algunos casos, sin embargo, pagaríamos por verlos con nuestros propios ojos. ¿Se la imaginan vestida de neska vasca, bailando un aurresku, besando una ikurriña? O todavía más hardcore: de pubilla catalana, o masculinizada como un campesino con barretina, o un look más actual: llevando la estelada independentista mientras se manifiesta por la soberanía de la nación catalana. Pues esta es la alucinación que podrán encontrar en la revista 'El Jueves' que ha calado a Macarena desde el primer momento. Después de Andalucía, toca intentarlo en otro territorio.

De gallega o peregrina, tocando la gaita. Con la típica txapela. Zampándose una ensaimada o haciendo de asturiana, castellana... Tiene su nueva identidad en oferta, se admiten todo tipo de propuestas. Olona sigue la estela de grandes prestidigitadores del empadronamiento como Javier Maroto, el pepero de Vitoria surgido como una seta en el minúsculo Sotosalbos de Segovia, o el gran Toni Cantó, valenciano de Madrid de toda la vida. Este último, sin embargo, no consiguió vender la moto. Y por eso le pusieron un chiringuito defendiendo el idioma español. Macarena quiere superarlos a todos.

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Macarena Olona pensando su próximo empadronamiento selectivo / EFE

"El cambio real" de VOX y Olona durante la campaña era eso: un cambio de residencia permanente, esperando cantar bingo. De momento, un fracaso.