Durante décadas, la imagen pública de Sofía de Grecia ha sido la de una reina silenciosa, prudente y siempre al lado de su marido. Sin embargo, detrás de esa apariencia se esconde un relato mucho más oscuro. Distintos testimonios, recogidos por el periodista Javier Bleda, señalan que la reina sufrió maltrato físico y psicológico por parte de Juan Carlos I, y que esos episodios ocurrieron a la vista de familiares y trabajadores de Palacio.

El matrimonio nunca estuvo basado en el amor. Juan Carlos arrastraba una historia sentimental con otra mujer, y solo la presión de Juan de Borbón y los pactos entre casas reales forzaron la boda con Sofía. Ella, por su parte, aceptó el destino que se le imponía. Lo hizo movida por la tradición, la religión y la convicción de que no tenía otra salida. Desde el principio quedó claro que el objetivo era asegurar la continuidad dinástica, no construir una vida en común.

Boda de Juan Carlos y Sofía

La reina Sofía, maltratada durante décadas

El carácter del entonces príncipe y futuro rey nunca dejó lugar a dudas. Infiel, distante y con un desprecio abierto hacia su esposa, redujo el matrimonio a una fachada institucional. Cuando llegaron las hijas, Elena y Cristina, nada cambió. Ni siquiera el nacimiento de Felipe modificó la actitud de Juan Carlos. El respeto, el afecto y la complicidad nunca existieron.

Lo que sí existió, según las investigaciones, fueron los golpes. Bleda afirma que el rey emérito utilizaba su bastón para agredir a Sofía, incluso en presencia de terceros. Los hijos lo presenciaron. Los empleados lo vieron. Y algunos cargos cercanos a la Casa, como Sabino Fernández Campo, también habrían sido testigos. Pero nadie actuó. Nadie habló. La consigna fue siempre la misma: silencio.

Ese silencio se convirtió en una segunda forma de violencia. Las humillaciones eran públicas. Los desprecios cotidianos. Los gestos fríos y las palabras hirientes formaban parte del trato diario. Para Sofía, mantenerse firme en los actos oficiales significaba ocultar el dolor. Mostrar serenidad era su única defensa.

Felipe Letizia Juan Carlos Sofía 2024, GTRES

También hubo violencia física

La falta de apoyo dentro de su propia familia hizo aún más profunda la herida. El propio Felipe VI, según el periodista, nunca enfrentó a su padre ni defendió abiertamente a su madre. Eligió proteger la institución monárquica antes que denunciar una situación de abuso. Ese silencio, interpretado por algunos como complicidad, dejó a Sofía todavía más sola.

Sofía eligió callar. Por lealtad, por vergüenza, por miedo a dinamitar el sistema que sostenía a su propia familia. Hoy, su imagen sigue siendo la de una mujer discreta, respetada y serena. Pero tras esa fachada se esconde una historia de dolor y de sometimiento. Una biografía marcada por golpes físicos, humillaciones psicológicas y un silencio impuesto tanto por la institución como por quienes debieron protegerla.

EL libro que prepara Juan Carlos I sobre su vida  jamás contará esta versión. Pero los testimonios existen. Y el relato de Bleda devuelve a la luz una verdad incómoda: la reina Sofía no solo soportó un matrimonio sin amor, sino también un maltrato sistemático y visible, que permaneció oculto durante décadas bajo la alfombra de Zarzuela.