Parece que al rey emérito Juan Carlos I le han entrado prisas por contar al mundo su versión de su vida. Después de años en los que se ha dicho de todo, ahora es el ex monarca el que quiere coger las riendas de su relato. Por un lado, con la publicación de sus memorias. Una biografía titulada ‘Reconciliación’ que verá la luz a finales de este año. Por otro, esta semana han surgido informaciones relacionadas con presuntas conversaciones entre el emérito y Neftlix para hacer una serie sobre su vida.

Es evidente que sus intenciones principales pasan por un blanqueamiento de su imagen. Pero, ¿por qué ahora de repente? Podría ser porque, como apuntan desde su entorno, ha empezado a perder la memoria. Y antes de olvidarlo todo y de que sea tarde, tendría prisa por explicar su versión de los hechos.

El deterioro del rey emérito Juan Carlos I es cada vez más evidente

El rey emérito ya no es el mismo. En sus años de mayor vitalidad, Juan Carlos I sorprendía con su capacidad para recordar detalles de cada encuentro, nombres y anécdotas. Hoy, en cambio, el paso del tiempo le ha pasado factura. Su entorno admite con preocupación que comienza a confundir personas cercanas e incluso a olvidar a amigos de toda la vida.

Juan Carlos en Sanxenxo / Europa Press
Juan Carlos en Sanxenxo / Europa Press

Los signos de este deterioro no son recientes. A sus 87 años, el exmonarca lleva tiempo lidiando con problemas graves de salud física. El dolor en las piernas y en la cadera es constante. Cada movimiento se ha vuelto una carga, hasta el punto de necesitar bastón o silla de ruedas. Sus residencias en Abu Dabi y en Cascáis han tenido que ser adaptadas para que pueda desplazarse con cierta autonomía. Los médicos son claros: no hay posibilidad de recuperación. Solo quedan tratamientos paliativos.

A esa fragilidad se suma ahora la parte más inquietante: la pérdida de memoria. No son simples despistes. En ocasiones, Juan Carlos I no logra reconocer a rostros habituales. Quienes más tiempo pasan con él saben bien el punto de gravedad del asunto. Pedro Campos, la infanta Elena, Froilán... Para un hombre que siempre se enorgulleció de su energía y carisma, resulta un golpe difícil de asumir.

Juan Carlos y la infanta Elena / Gtres
Juan Carlos y la infanta Elena / Gtres

Preocupación en su entorno por cómo está y por lo que pueda pasar

En la Casa Real, la situación genera inquietud. El deterioro cognitivo del emérito podría derivar en un problema mayor. Temen que, en medio de la confusión, diga algo comprometedor que afecte directamente a la monarquía española. Algunas fuentes hablan incluso de intervenciones telefónicas para evitar filtraciones. El recuerdo de escándalos pasados sigue pesando demasiado. De hecho, algunos consideran que acciones como la denuncia a Miguel Ángel Revilla no es otra cosa que un comportamiento senil.

Quienes lo visitan en su retiro lo describen como un hombre de contrastes. Por momentos se muestra animado, con la vitalidad de siempre. Pero de repente, una laguna en su mente le hace perder el hilo de la conversación. Ese vaivén desconcierta a sus allegados, que ven cómo el rey que dominó décadas de la vida política y social de España se apaga lentamente.