Leonor llega este domingo a Marín, en lo que será el final de su etapa en las Fuerzas Armadas. En teoría, la princesa Leonor debía concluir su paso el ejército del mar como una más. Esa fue la promesa oficial y la petición que se hizo desde la casa real. Pero el relato entre la tripulación del Juan Sebastián Elcano y de la fragata Blas de Lezo desmiente esa versión. La heredera al trono ha vivido, según oficiales y marineros, una experiencia más cercana a un crucero de lujo que a una formación militar real.
Todo comenzó el 11 de enero. Leonor zarpaba desde Cádiz, iniciando una travesía de cinco meses. Luego, breve paso por la Blas de Lezo, supuestamente para aplicar lo aprendido. Regresó al Elcano para completar una ruta por el norte peninsular. Todo cuidadosamente programado para un desenlace con foto y aplauso: el despacho de alférez de fragata que recibirá el 16 de julio, arropada por Felipe VI y Letizia.

El viaje de la princesa Leonor ha sido más un crucero de lujo
Pero bajo cubierta, el clima ha sido otro. Guardiamarinas han explicado a sus familias que no ha hecho guardias nocturnas, ni maniobras exigentes, ni ha seguido el ritmo del resto. Además, ha disfrutado de sus horarios, su menú especial y línea directa con Zarzuela.
La alimentación ha sido uno de los ejemplos más comentados. Los cocineros del buque recibieron instrucciones: nada que no le guste a la princesa. Mientras el resto almorzaba el menú común, Leonor comía distinto. Tampoco se le asignaron tareas físicas pesadas. No fregó cubierta ni cargó cabos, algo habitual entre los marineros, menos para ella. Las dinámicas en equipo o los turnos de instrucción fueron, en muchos casos, sustituidos por actividades “más representativas que formativas”. “Muchas veces solo hacía instrucción cuando tenía que ser fotografiada, han afirmado.

En contacto constante con sus padres
El uso del sistema satelital de comunicación también ha generado malestar. Se le permitían contactos diarios con sus padres, un privilegio que ningún otro alumno en prácticas ha tenido jamás. Para el resto, la desconexión es total durante semanas.
Todo esto no es casual. Según oficiales con años de experiencia, se recibieron órdenes verbales para evitar notas negativas. La prioridad era una: preservar la imagen institucional.