Ya en su paso por Zaragoza, la princesa Leonor demostró que no renuncia a una parte esencial de la juventud: la fiesta. A la heredera se la vio en discotecas, locales de comida rápida y zonas universitarias. Siempre rodeada de compañeros. Siempre vigilada de cerca por su escolta.
En Pontevedra la historia se repitió. Apenas una semana después de llegar a la Escuela Naval de Marín, Leonor salió con su promoción. El destino: el puerto de Meira, en Moaña. Allí, en el restaurante Tapería Bocatería D’Elvi, disfrutaron de una comida distendida. Platos típicos, muchas risas y, según testigos, una actitud cercana y alegre por parte de la princesa.

Leonor y varios guardiamarinas toman Marín
Elvira, la dueña del local, no dudó en compartir el momento. “Fue un placer tenerlos aquí”, publicó en redes sociales. También subió una foto: Leonor posando con parte del equipo del restaurante. .
Pero lo más destacado llegó después. La princesa no volvió directamente a su alojamiento. Se dirigió a la zona monumental de Pontevedra, donde los locales nocturnos comienzan a llenarse con el paso de las horas. Allí, acompañada por cadetes y bajo la constante supervisión de su escolta real, Leonor vivió la noche gallega.

Los locales visitados fueron varios. Entre ellos, La Botica, en la plaza de Méndez Núñez, y el pub Moncloa. Ambos conocidos por su ambiente juvenil. La presencia de Leonor no pasó desapercibida. Aunque su entorno intentó mantener un perfil bajo, en más de una ocasión fue necesario cerrar zonas de los baños para proteger su privacidad.
Los escoltas tuvieron trabajo. Cada movimiento era seguido por móviles. Las miradas se multiplicaban. La princesa, sin embargo, parecía estar en su salsa. Cercana, divertida y desinhibida. Y es que cuando Leonor sale, lo da todo. Algunos la comparan con su abuelo Juan Carlos I, famoso por sus escapadas nocturnas. Otros, simplemente, la ven como una joven más que hace lo que le toca a su edad.

Leonor vuelve a Marín y todo apunta a que habrá celebración
Con la llegada a Marín este domingo, la historia podría repetirse. Allí permanecerá unos días mientras se celebran los actos oficiales de fin de etapa: diplomas, condecoraciones y desfiles. Pero también hay tiempo libre. Y con él, la tentación de una nueva salida nocturna. De hecho, no ha dejado de salir cuando ha tenido la oportunidad durante su travesía. Y es difícil pensar que dejará de hacerlo en Marín.
Los guardiamarinas del Elcano ya planean celebrar. El fin de la travesía merece brindis y desahogo. Nada fuera de lo normal. Y todo apunta a que Leonor volverá a ser parte del grupo y que volverá a dejarse ir. De madrugada, lejos del protocolo, la heredera vuelve a ser simplemente Leonor. Una joven que baila, ríe y busca su sitio entre la formalidad y la libertad.