Juan Carlos I vive sus últimas horas en activo como hombre de Estado y se prepara para disfrutar de los placeres de la vida. Pobrecito, que no los ha disfrutado nunca. Que tiemblen las tascas más sibaritas, las plazas de toros de aquí y de allá y los pobres animales que persigue por todo el mundo escopeta en mano. Eso sí, su retirada tiene un precio, y sólo hay que echar una ojeada a los medios para saber cuál es: La barra libre de los informadores de la corona, especialmente de aquellos que mantienen una relación de amor y odio con el emérito. Una de ellas, Pilar Urbano, que se está haciendo el agosto dejando jugosos titulares sobre el Borbón, como ha hecho en el Suplement de Catalunya Ràdio, revelando cacerías de osos ni más ni menos que con Vladimir Putin para hacer negocios con el petróleo y gas rusos. Si quedaba alguien que creía aquello del "me he equivocado" de Juancar tras Botsuana, que vaya despertando del sueño.

"Muy arrepentido no estaba". Urbano también ha descubierto el Christmas navideño que le hizo llegar el monarca el año pasado, en el que se reproducía "una pintura de su figura, bien estilizada, armado cono una escopeta y en compañia de un perro". Vaya, que a Juan Carlos no le sacan de la caza ni a tiros. Normal, es su escenario ideal para amasar una escandalosa fortuna de 2.300 millones de dólares (2.000 millones de euros), conseguida a base de comisiones, y que dejan los 194.000 euros de asignación oficial en "calderilla" para satisfacer sus "lujos carísimos y exóticos", también en términos cinegéticos. Lo hizo en Telecinco, donde fue tan lejos que no encontramos ni rastro de la entrevista en su web.

Urbano también ha repasado el tema Corinna, asegurando que "le dijo a Rajoy que le preparara los papeles, que él se divorciaba y abdicaba", pero que la famosa comisionista le dijo algo  parecido a "yo sin corona no quiero nada". Lo insinuó con una expresión mucho más desagradable y que quedó a medias, una cosa así como "yo no voy a ir a empujar la silla de ruedas de este señor". El repaso ha sido monumental. Un epitafio a la altura del personaje. También de Urbano, que vaya tela.