Juan Carlos y Sofía no se casaron enamorados, pero tampoco podían divorciarse porque estaba mal visto, aunque ambos lo intentaron en varias ocasiones. Al descubrir las infidelidades de su marido, la emérita cogió a los niños e hizo rápidamente las maletas y se fue hasta la India, donde se encontraba exiliada la reina Federica. Su madre le dijo que regresase a Madrid con el padre de sus hijos. Sería un escándalo para la corona un divorcio y más si se destapan todas las infidelidades. Le enseñó que una reina debe bajar la cabeza y aguantar la humillación pública. Pero la madre de Felipe, Cristina y Elena no se quedó callada. Durante un tiempo planeó su venganza con todas aquellas mujeres que se habían entrometido de alguna forma en su matrimonio.

A lo largo de todos estos años, la reina Sofía se ha sentido completamente sola. Traicionada y humillada. Toda la familia le había dado la espalda menos su querida hermana, Irene de Grecia, con ella vive alejada de Zarzuela, en otro pabellón. Casi no tiene visitas de su hijo, sus nietas o quien en los papeles todavía es su marido.

Constantino y Sofía efe
Constantino y Sofía efe

Sofía se vengó de todas las amantes de Juan Carlos 

Pilar Eyre destapa que Sofía siente por el emérito “la indiferencia más absoluta. Esa sonrisa que exhibe en las fotos junto a él se apaga cuando se quedan solos y se va cada uno por su lado”. La relación extramatrimonial del monarca que más le dolió fue su relación con Corinna Larsen. Se dice que su mente perversa movió hilos para que el hijo de la empresaria alemana no fuese admitido en en un buen colegio de Inglaterra donde ella tenía contactos estrechos. Las familias inglesas le hicieron el vacío. Finalmente, tuvo que ir a un internado suizo.

Sofía ha intentado vengarse en cierta forma de todas las amantes del emérito. La reina primero identificaba a sus víctimas, tenía que estar del todo seguro, y para ello usaba a Sabino, su confidente. “La reina no sabía si eran varias amantes o solo una, pero muy paseada”. Preguntaba: “¿Es Bárbara?”. Y sabía leer en la expresión del jefe de la Casa como en un libro abierto. “¡Siempre acertaba!”, revela Pilar Eyre en Lecturas.

A todas aquellas mujeres que habían tenido relaciones con Juan Carlos las vetaba de las recepciones. A Marta Gayá intentó que la sociedad mallorquina la marginase, pero ahí se impuso el rey y los deseos de Sofía no se cumplieron. Era el gran amor del monarca.

En ocasiones solo tenía serias sospechas, nada confirmado. No daba pasos en falsos. En su lista siempre estuvieron Tita Cervera o Isabel Preysler. Siempre que han coincidido en algún acto las saludaba con frialdad y un cierto distanciamiento.